Práctica, rápida y colorida, la fruta cortada se ha convertido en una opción tentadora para quienes viven con el reloj en la mano. Supermercados, fruterías y hasta puestos callejeros la ofrecen lista para consumir. Sin embargo, detrás de esa apariencia saludable se esconden riesgos invisibles para la salud.
Autoridades sanitarias y especialistas en seguridad alimentaria coinciden: comer fruta precortada puede ser una puerta directa a bacterias peligrosas como Salmonella, Listeria o Escherichia coli. La solución no es alarmarse, sino estar informados y cortar (literalmente) por lo sano.
Según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, la cáscara de la fruta actúa como su “mejor estuche” de protección, no solo contra golpes y oxidación, sino también contra contaminantes que se acumulan durante el cultivo, transporte y almacenaje.
Cuando la fruta es cortada, pierde esa barrera natural. Su superficie interior queda expuesta al ambiente y a todo lo que la toca: manos, utensilios, empaques y superficies que, si no están perfectamente sanitizados, pueden convertirse en vectores de infección.
El problema va más allá del envoltorio. La plataforma Healthline y el CDC de Estados Unidos han documentado brotes de salmonella en melón precortado, mientras que la Comunidad de Madrid advierte que cualquier fruta pelada o troceada corre riesgo si se manipula sin las medidas higiénicas adecuadas.
El profesor Patrick Penfield, de la Universidad de Syracuse, señala que “la contaminación puede ocurrir en cualquier etapa de la cadena de suministro”, desde el campo hasta el refrigerador del consumidor.
Y lo peor: estas bacterias no alteran la apariencia de la fruta, por lo que es imposible detectar el peligro a simple vista.
Otra preocupación: la conservación. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), si la fruta cortada se mantiene fuera del refrigerador por más de 3 horas, los microorganismos pueden multiplicarse rápidamente, incluso sin señales visibles de deterioro.
Además de aumentar el riesgo sanitario, el valor nutricional disminuye. Las frutas cortadas pierden agua, se oxidan y reducen su contenido de vitaminas hidrosolubles como la C y el ácido fólico.
Para quienes no pueden prescindir de la comodidad de la fruta picada, los expertos recomiendan:
Porque cuando se trata de salud, lo práctico no siempre es lo más prudente.