El papa Francisco en su peregrinaje por la tierra demostró en su vida un auténtico compromiso con el mensaje de Jesús. En su tierra natal, en Buenos Aires, su misión de pastor fue estar al lado del ser humano, especialmente cerca de los más necesitados. Cuando es designado Papa, según su relato, un cardenal le dijo: “No te olvides de los pobres”. Reflexionó y escogió llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís, quien fue una persona comprometida con los pobres y con la casa que nos dio Dios (ambiente).
Francisco ha sido un Papa que impulsó a la Iglesia Católica a estar con los signos de los tiempos, que significa interpretar la realidad viviente conforme a las enseñanzas del Evangelio. Hay varios aspectos que deben resaltarse del apostolado de Francisco. Todos ellos muestran su trabajo conforme al camino humano trazado por Jesús.
En primer lugar, su llamado fue al de una Iglesia al lado de los más pobres. Este llamado de Francisco, en los sectores conservadores, tanto de la Iglesia como de la sociedad, no cayó muy bien, incluso trataron de descalificarlo tildándolo de comunista o izquierdista. Debemos aclarar que en el transcurso de su historia, y en particular en los últimos 150 años, la Iglesia nunca ha renunciado a decir la palabra que le corresponde acerca de las cuestiones de la vida social, se puede comprobar en diversas encíclicas: (Rerum Novarum, Quadragessimo Anno, Mater et Magistra). El Evangelio nos enseña un Jesús que vivió humilde y en medio de pobres. Fustigó con sus palabras a los ricos ausentes de caridad y ensalzó a los caritativos (Buen Samaritano).
En segundo lugar, fundándose en el dogma de que todos somos hijos de Dios, Francisco interpela a todos los pueblos para que asumamos las enseñanzas de Jesús de la fraternidad universal. En su encíclica Fratelli Tutti, expresa “Durante décadas parecía que el mundo había aprendido de tantas guerras y fracasos y se dirigía lentamente hacia diversas formas de integración. Por ejemplo, avanzó el sueño de una Europa unida, capaz de reconocer raíces comunes y de alegrarse con la diversidad que la habita. Recordemos «la firme convicción de los Padres fundadores de la Unión Europea, los cuales deseaban un futuro basado en la capacidad de trabajar juntos para superar las divisiones, favoreciendo la paz y la comunión entre todos los pueblos del continente». Reconoce los intentos en América Latina, Pero, ve con preocupación que hay polarización y no paran las guerras, por diversos motivos, muchos de ellos banales y no comprender el sentido de la humanidad.
Francisco coherente con su planteamiento de superar las desigualdades sociales y ayudar al pobre, denuncia que se ha ido montando una ideología en la economía y sociedad sobre el consumismo y el descarte. El afán de riqueza de los más poderosos impulsa un consumismo irracional, que lleva implícito el descarte (economía del descarte), producir bienes desechables (lo que no sirve botarlo), cuestión que poco a poco se ha ido trasplantando sobre el ser humano, llegándose al extremo de afirmarse que ser humano que no produzca debe ser desechado, porque significa un costo social, el ser humano no productivo debe morir y no invertir más en conservarlo. Francisco dijo: “Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo, no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si todavía no son útiles —como los no nacidos—, o si ya no sirven —como los ancianos—. Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos”.
Nos hace un llamado a entender que la humanidad es única, lo que implica una dignidad humana y un prójimo sin fronteras. “Descubriéndose amado por Dios, el hombre comprende la propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro en una red de relaciones cada vez más auténticamente humanas”.
En tercer lugar, nos invita a cuidar la casa que nos ha dado Dios, nuestro planeta. Esa economía del descarte y la locura del consumismo ha conducido a deteriorar el ambiente, nuestra casa. Su llamado es a entender que debemos cuidar el ambiente para no dañar nuestra casa. Esto supone una solidaridad internacional, que no es un problema meramente normativo, sino de real solidaridad, ayuda mutua y cooperación internacional.
Para todos los cristianos el legado de Francisco es una invitación a la reflexión y comprometernos con la fraternidad universal.
*Por su interés, reproducimos este artículo escrito por Rodrigo Rivera Morales, publicado en El Nacional.
Francisco y su compromiso con el Evangelio social – EL NACIONAL