La era de la estulticia

22 de junio de 2025
3 minutos de lectura
Líder populista |Pexels

CARLOS KENNY ESPINOSA

Al llegar al poder, estos fantoches populistas envalentonan a las masas que siguen sin ascender ni mejorar su estatus, pero creen que sus “líderes” están velando por sus intereses

Definitivamente, estos dirigentes están lejos de ser las personas más preparadas y competentes para llevar el destino de un país y, ya sea de forma consciente o inconsciente, lo saben.

La era de la estulticia. Esta frase del siglo XIX es totalmente válida en el primer cuarto del siglo XXI. No se necesitan a grandes genios para engañar a las personas, simplemente se necesita escuchar el clamor, necesidades, deseos y resentimientos de quienes no se sienten representados por sus dirigentes. Los nuevos “políticos” adaptan sus discursos y plataformas para prometerles a las masas de los más necesitados el fin de sus penurias. En el proceso, utilizan el resentimiento social de décadas para hacerles creer a todos ellos que ascenderán el escalafón social y económico, incluyendo la posibilidad de que los que consideran son causantes de sus desgracias serán castigados con la pérdida de sus “privilegios” y que sufrirán las circunstancias y condiciones de vida que propiciaron al resto.

Al llegar al poder, estos fantoches populistas envalentonan a las masas que siguen sin ascender ni mejorar su estatus, pero creen que sus “líderes” están viendo por sus intereses. Definitivamente, estos dirigentes están lejos de ser las personas más preparadas y competentes para llevar el destino de un país y, ya sea de forma consciente o inconsciente, lo saben. Es por ello que la mayor parte del tiempo pasan ensalzando su imagen, su “inteligencia”, sus logros y trayectoria, mientras minimizan las de sus contrincantes y rivales. Además, niegan cometer errores y culpan a alguien más de los yerros; utilizan el poder en beneficio propio, de sus familias y sus allegados. Se rodean de quienes los alaban y les dan la razón en todo, evitando la crítica, buscando justificaciones para todos sus actos. También necesitan mostrar su poder de convocatoria con desfiles o mítines que reúnan grandes masas para cimentar en los números de personas (la mayoría de las veces obligados a asistir) su endeble poder.

Estamos en una nueva era de la estulticia, de la estupidez, no sólo de esos líderes, sino de quienes votan por ellos, aunque después se arrepientan. Del regreso de las tiranías, dictaduras y gobiernos populistas. Nadie es inmune, ni siquiera la potencia económica y militar más grande del planeta. Basta ver el desfile militar que organizó Donald Trump para festejar su cumpleaños el sábado pasado, con el pretexto del 250 aniversario del ejército de Estados Unidos, mientras en todo el país millones de personas asistían a las manifestaciones en su contra bajo la consigna “No Kings” (sin reyes). Este evento, culminación de una semana donde las protestas en contra de las redadas y arrestos de inmigrantes o quienes parecen serlo, además de los primeros asesinatos políticos en décadas, han sido las noticias más importantes de la semana. No es casualidad que Trump haya enviado innecesariamente a la Guardia Nacional y los Marines a Los Ángeles para desviar la atención de su proyecto de presupuesto que eliminará impuestos a los multimillonarios, eliminando programas sociales y prestaciones médicas, indispensables para la mayoría de los ciudadanos, además de sumir a su país en un déficit histórico.

Los gobiernos populistas sólo buscan el beneficio de sus líderes, eliminando los contrapesos y la división de poderes, sin importar si enarbolan las banderas de la derecha o la izquierda; es por ello que sus procedimientos y objetivos son muy parecidos. No tardan en utilizar a las Fuerzas Armadas para intimidar a quienes se les oponen y tratan de cambiar o eliminar las leyes que les estorban, entre ellas las que les permitieron llegar al poder, como las electorales.

Lo mismo está sucediendo en México: AMLO a través de Morena ha tomado ya el control total del poder político y gubernamental del país. Apenas ayer el INE legitimó la irrisoria elección judicial, donde los votos válidos equivalen a menos del 10% del electorado, una contienda con evidentes fraudes, coerción, acarreos, presiones y la reprobación de la comunidad internacional. Los gobiernos de Puebla y Campeche promueven leyes para criminalizar a quienes emitan insultos u ofensas en redes sociales o a incitar al odio en contra de los gobernantes, conocidas ya como leyes que intentan censurar a la ciudadanía. Y ni qué decir de la militarización de la seguridad del país.

Pero las similitudes en las respuestas de los ciudadanos son diferentes: en Estados Unidos están comenzando a oponerse en las calles ante el intento del absolutismo presidencial; en México, la mayoría ciudadana vive en la inopia, con la cabeza oculta en el suelo, sin alzarse en contra de la incipiente dictadura, como pasó en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Y seguimos aplaudiendo.

*Por su interés, reproducimos este artículo escrito por Carlos Kenny Espinosa publicado en Excelsior.

La era de la estulticia 2025/06/16 | Excélsior

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