El estrés laboral se ha convertido en una constante en la vida de los trabajadores en España. Según la I Radiografía del Autocuidado de la Salud, elaborada por la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp), el 40,2% de los encuestados asegura vivir con un nivel de estrés «alto o muy alto», mientras que un 41,8% lo califica como moderado. Apenas un 17% afirma sentirse libre de ese peso, según una información publicada en Europa Press.
El informe retrata con cifras un malestar que golpea especialmente a los trabajadores de entre 41 y 55 años, donde el 44,5% reconoce un nivel de estrés elevado. Les siguen los grupos de 26 a 40 años (42,1%) y los jóvenes de 18 a 24 (35,9%). Incluso entre los mayores de 56 años, el estrés no se escapa: un 35,4% lo sufre de forma aguda.
El estrés no afecta por igual. Las mujeres reportan niveles altos en un 14% de los casos frente al 8,7% de los hombres, una brecha que se amplía entre quienes tienen mayor poder adquisitivo, lo que pone de relieve cómo incluso los empleos mejor remunerados pueden convertirse en fuente de presión.
Más allá del estrés, la fotografía emocional del entorno laboral tampoco invita al optimismo. Solo el 31,2% se siente realmente satisfecho con su empleo, y únicamente el 8,7% asocia su trabajo con la felicidad. En el lado oscuro, un 15% menciona ansiedad, un 13,4% frustración y un 12,8% insatisfacción. También la incertidumbre y la preocupación rondan a más del 11% de los trabajadores.
Cuando se pregunta por lo que más valoran para mejorar su día a día laboral, el 34,5% apunta directamente a la flexibilidad horaria. Le siguen la posibilidad de disfrutar de vacaciones personalizadas (16,6%), ayudas para el cuidado de familiares (13,9%) y el teletrabajo (13,8%).
Aun así, solo el 57,1% considera que su empleo le permite conciliar vida personal y profesional. La percepción de mayor conciliación se da en los más jóvenes (18-25) y en quienes superan los 56, además de los perfiles con mayor renta.
Respecto al sueldo, el 33,8% lo acepta sin entusiasmo, un 23,2% se siente satisfecho y un 21,8% directamente insatisfecho. A pesar de ello, si se suman emociones positivas como gratitud, motivación y confianza, el balance se inclina levemente hacia un sentir general de aceptación (61,2% frente al 51,7% de quienes acumulan emociones negativas).
En definitiva, el estudio refleja una tendencia creciente al estrés y la presión emocional, pero también una capacidad de adaptación que, aunque cuestionable, mantiene a flote el equilibrio emocional de buena parte de los trabajadores españoles.