Estoy gorda y odio mi cuerpo

13 de junio de 2023
3 minutos de lectura
La obesidad es un malestar que afecta más a mujeres.
Doctora midiendo el vientre de una mujer obesa. | Fuente: Europa Press

Adolescentes y jóvenes ocupan el mayor porcentaje dentro de las mujeres obesas que se torturan por su apariencia física

Científicas de la Universidad de Granada han realizado un estudio acerca de los mecanismos atencionales de las mujeres que padecen obesidad, donde advierten lo eficiente que es conocer cuáles partes del cuerpo son más detestadas por mujeres con esta condición. Conocer lo que sienten estas mujeres con la parte de su cuerpo que no les gusta, ayuda a reducir el malestar y a dar garantía de una terapia eficiente a largo plazo.

Las investigadoras de la Universidad granadina Sonia Rodríguez y Cristina González Sánchez, han necesitado únicamente 16 mujeres obesas a las cuales les afecte la forma y peso de su cuerpo. El estudio consistió en seis secciones de terapias psicológicas de 45 minutos cada una, con la intención de que las mujeres pudiesen observar su cuerpo de manera completa mientras estas expresaban de forma verbal todo lo que pensaban en ese momento con respecto a su anatomía.

Las fotografías también fueron pieza clave para el desarrollo de esta investigación, ya que las féminas posaron para las cámaras con el fin de posar su cuerpo en varios ángulos. Después de hechas las terapias psicológicas, las fotografías eran enseñadas a las participantes, con el fin de que las mismas mirasen su cuerpo de manera diferente.

Las instrucciones fueron: 1) “Mira a todo tu cuerpo”, 2) “Mira las partes de tu cuerpo que más te gustan” y 3) “Mira las partes de tu cuerpo que no te gustan”. Sirvieron para poder determinar el tiempo que tardaban mirando las fotografías y los movimientos de los ojos mientras miraban su cuerpo en las imágenes.

El índice poblacional en donde la inconformidad con el cuerpo provoca comportamientos nocivos de salud, cada día va en aumento. Esas conductas nocivas tienen el propósito de poder cambiar la apariencia, ya sea con una dieta estricta o ejercicios extremos. Cuando estos métodos rutinarios no dejan los resultados deseados, es ahí cuando en este caso, las mujeres suelen sentirse insatisfechas con la apariencia de su cuerpo.

Esto es un claro ejemplo de que los estereotipos sociales ejercen una fuerte presión en las mujeres, vendiendo la delgadez como el patrón perfecto y el modelo a seguir. Las secuelas más peligrosas que este tipo de presión ejercida por la sociedad puede causar en este caso a las mujeres, es que modifique su salud tanto física como mental, reflejándose con mayor fuerza en aquellas que luchan en contra del trastorno alimenticio.

La insatisfacción corporal se caracteriza, además, por la forma en que atendemos y percibimos nuestro cuerpo. Tanto es así, que uno de los aspectos que la definen es la focalización de la atención en las partes consideradas como “feas” del cuerpo, evitando aquellas partes más “bonitas” y generalizando esa percepción a todo el cuerpo.

Exposición frente al espejo

Sorprendentemente, en un principio las participantes no consideraban estas instrucciones, reflejandose un profundo sesgo de atención hacia aquellas partes del cuerpo con las que estaban más desconformes: especialmente, la barriga y el trasero. Esto es: aunque se les pedía que miraran las partes del cuerpo consideradas más bonitas o agradables, la atención se dirigía a aquellas zonas que causan un mayor malestar. Todo ello en conjunto de un aumento en la dilatación pupilar, indicativo del gran valor emocional hacia dichas partes del cuerpo atendidas.

Tras las seis sesiones de tratamiento frente al espejo, sin embargo, este patrón cambia de forma significativa. Por un lado, se reduce el sesgo de atención (miran menos a las partes del cuerpo más desagradables, especialmente a la parte trasera del cuerpo). Por otro lado, también disminuye el malestar que experimentaban las participantes durante las propias sesiones de tratamiento, haciendo saber de una mayor aceptación de su propio cuerpo. Todo ello en conjunto de una disminución de síntomas de la conducta alimentaria, de baja autoestima, depresión y ansiedad.

El equipo de investigación apunta que “aunque diariamente nos miremos en el espejo, es la exposición consciente a nuestro cuerpo y a los pensamientos y emociones asociados la que facilita una disminución de la insatisfacción corporal”. De esta forma, las investigadoras han contribuido a demostrar la eficacia de este tipo de tratamiento de exposición al espejo para la reducción de los sesgos atencionales, el malestar asociado al propio cuerpo y la sintomatología comórbida características de la insatisfacción corporal en personas con obesidad.

“Queremos aprovechar la reciente celebración del Día Mundial de acción contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria para contribuir con la investigación a la visualización y la toma de conciencia de uno de los factores de riesgo y mantenimiento más prevalentes y relevantes de estos trastornos, como es la insatisfacción corporal”, apuntan las autoras.

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