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Esa enfermedad invisible

Foto-Keenan Constance

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La conocen bien, esas familias que tienen algún miembro querido con esa enfermedad que se desarrolla en la mente y que surge un día casi sin darnos cuenta, muchos del entorno familiar no la comprenden, por la falta de información que nos han dado, era como si tuviéramos que esconder al que la padecía.
Hoy podemos por fin, hablar de ella con conocimiento y libertad.

Esas personas que la sufren y padecen sienten lo dificil que les resulta continuar, ellos saben lo complicado que les resulta el día a día y muchos llegan a no desear seguir afrontando ese terrible calvario de continuar aquí y todo porque su mente se lo muestra distorsionado, como una pesadilla interminable.

Aquél día me lo encontré en la calle, por la zona donde vivía, hacía años que no sabía nada de él, dejó de llamarme un día y eso que lo intenté varias veces, pero no respondió a mis llamadas y hasta hoy.

Pasó por mi lado sin saludarme ni verme, parecía taciturno y con una bolsa con el anagrama de la farmacia más cercana, su mirada demostraba que no estaba en su mejor momento, lo saludé con afecto y recibí frialdad y distancia.

Solo me surgió una pregunta. ¿Me recuerdas? ¿Te ocurre algo? Estaba claro que su vida habia dado un giro posiblemente contrario a sus expectativas, había cambiado tanto….

Y aquél hombre que fue y sigue siendo mi gran amigo me lo explicó asi:

Perdona pero para mi no es facil explicar como ha cambiado mi vida, no soy capaz de tener afectos ni de querer o amar, no me emociona nada, mis hijos no entienden mi enfermedad y noto como me hacen el vacío en mi propia casa, todo porque no comprenden esta enfermedad que me ha separado de la vida real.

A quién quise y dirigió mis pasos de niño, le detesto en mis malos momentos y en cierta forma, me desahogo haciéndole recordar momentos malos de su vida, es como si al hacerle daño, me sintiese arropado y comprendido en mi infierno.

Es por lo que prefiero no tener relación, pues en algunos momentos, cuando desaparece ese bucle que me engulle los sentimientos, siento una cierta sensación de algo parecido ‘al pesar” Mis dias pasan sin pena ni gloria y mi fijacion está, en que esta agonía de mi vida termine pronto, es mi mayor deseo.

Mi alma se desangra dia a dia y solo recuerdo todos los males sufridos. Me tienen atiborrado de medicamentos y siento como si estuvieran manipulando mi mente para intentar que regrese a mi yo anterior. Soy incapaz de centrarme en algo, no me interesa nada y cuando consigo comunicarme lo meto en mi bucle. Pretendo arrastrarlo conmigo al infierno que mi mente a creado para mí.

Muchos creen en los milagros, yo antes tambien, pero ahora después de tantos años me he convertido en un escéptico total. Ni consiguiendo una fortuna que me permitiera vivir sin ningun tipo de
problemas, yo sería feliz, lo sé, te lo aseguro…..

Despues de este relato su mirada se perdió en un punto indefinido. ¿Necesitás algo? Dímelo por favor….Pero el silencio imperó un rato y entonces continuó.

Al no sentir emociones ni positivas ni negativas, soy incapaz de salir de mi mundo de frustración y vacío.
Esta enfermedad que padezco crea en mi mente auténticos espejismos y la coraza de mi falta de sentimientos me syuda en cierta forma a soportarlo.

Tengo fecha de ingreso, y esta vez voy con la intención de poder centrarme de nuevo en mí, y en la vida con los míos. Me gustaría sentir cariño, otra vez, y reconocerlo como tal, y saber darlo.

Le cogí del brazo y nos dirigimos a un banco en el silencioso parque. Los niños habían comenzado el colegio y ese silencio nos proporcionó esa proximidad tan necesaria en ese momento.

El se sinceró y me hizo ver que era capaz de recordar también los buenos momentos que habíamos vivido en nuestra época de estudiantes. Y los años de estancia en Londres para mejorar nuestro inglés,
donde nuestra amistad se afianzó hasta que cada uno tomó su camino por sus carreras respectivas.

Conseguí que sonriese y vi en su mirada ese deseo de vivir con sensaciones amables. Me sentí bien y compensado, dándome cuenta que él tenía futuro de nuevo. No soy psicólogo pero soy sensible y empático, con un buen rato de charla nos pudimos encontrar de nuevo.

Le juré ayudarle en su “reajuste” y así decidí tener con él,visitas durante su estancia en el hospital, y por mi profesión de medico, no tendría ningún problema para verlo asiduamente.

Aquél día, con mi amigo, me di cuenta palpable de la lucha terrible que supone salir de una enfermedad mental, pero que con esfuerzo es posible lograrlo.

Ha pasado el tiempo y hoy puedo decir que mi amigo está bien y con motivaciones de nuevo, que hemos retomado nuestros tiempos de vacío y que nos propusimos, no dar ni un paso atrás.

Hoy su familia le apoya y le dan ese cariño que es tan necesario siempre. Han logrado retomar esa empatía que habían perdido. Por falta de conocimiento de la enfermedad, ésa, que hoy por fin tiene nombre y se puede hablar de ella. Sin miedo ni disfrazar la verdad de ninguna manera.

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