Encarnación

19 de abril de 2025
1 minuto de lectura
Embarazo
Mujer embarazada en un campo de fútbol. | Fuente: Pixabay

Encarnarse es meterse dentro de la carne para notar la sangre y comenzar la vida. En sus Cuatro Cuartetos, TS Eliot nos deja conmovidos: “Es en la Encarnación donde se vuelve real la mezcla imposible”. El deseo que procura el amor se detiene en el vientre y en él comienza a brillar la maravilla…

A los abortistas nada de eso les importa.

Ellos defienden el derecho de las mujeres a decidir en su vida la muerte de los que engendran. Defienden el sensato derecho que tienen a vivir las arboledas, los soleados caracoles, los gatos que arañan y los perros que ladran; incluso los lobos que matan a los corderos sin culpa… pero ese derecho a los hijos indefensos en el vientre de su madre que lloran acorralados cuando una aguja desde fuera les acuchilla.

Algunos articulistas de renombre han escrito que Trump no les representa. A mi tampoco.

Yo me represento solo con los valores que me acompañan, pero se sabe que el 92 por ciento de los estadounidenses que han votado al triunfador lo han hecho porque está visceralmente en contra del aborto.

Los católicos americanos comprenden que todas las apreciaciones políticas son pasajeras, no así la vida que, para nosotros, es eterna y nunca una manipulación de voluntades.

¡En España nos falta esa coherencia!

Pedro Villarejo

1 Comment Responder

  1. Nos faltan los valores que nos acompañaban desde nuestro nacimiento, también gracias a la fé transmitida por nuestros mayores, que nos hacían poner freno a esos impulsos y sabet controlarlos, primero en la mente y después con nuestras acciones.

    Hoy todo vale en una parte de la sociedad, incluso padres que aceptan formas
    de vida de sus hijos adolescentes y claudican, dándoles esa permisividad que los
    convierte en reincidentes. Sin plantearse, creencias familiares.

    Practican conceptos y formas muy permisivas para relacionarse y los ponen en practica con el consentimiento, mayormente de sus madres, prefieren tenerlos en casa y les abren las puerta.

    Son formas diferentes de entender, como poder llevar las vidas de sus hijos,
    con esos miedos creados, por la falta de seguridad en las calles.

    No existe freno en muchos adolescentes a la guerra contra sus impulsivos deseos.
    Es difícil tener coherencia, cuando se trata de la seguridad de tus hijos.

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