…Se pensaba muy poco. Tenían lo suficiente (por más que muchos no lo tuvieran) y, si algo se les venía a las manos sin esperarlo, aunque esperándolo, se quedaban tan cómodos por la añadidura en su abundancia.
En aquel País, el Presidente de Gobierno estaba loco aunque muchos, demasiados, le amaban. Él no sabía que estaba loco, pero los demás sí; al principio dudaron, luego, cuando decía y hacía cosas extrañas, se fueron dando cuenta de que le faltaba sensibilidad. Algunos, intentaron hacerle una mielografía en el pensamiento. Pero él no se dejó. Sus ministros y allegados también lo impidieron, porque ellos sí recibían de sus bondades.
En aquel País borraron de los teléfonos mensajes inculpatorios argumentando que eran Secretos de Estado. Y el Estado, ya se sabe, es el confesor que tienen algunos.
En aquel País hubo una seria y fiable Unidad de Militares que investigaban a cualquiera, fuese quien fuese, pero el ministro del ramo les fue alertando de lo peligroso que es meter los dedos en algunas entrañas… Y se fueron volviendo entrañables con los peligrosos… En aquel País, mutilaban el tiempo para que no se pensara.