Hay varias cosas de este monarca y jefe del Estado español que no comparto. Su apoyo a la agenda 2030, que expresa a veces usando un pin en la solapa, o su defensa del cambio climático porque es tomar posición política sin respetar a millones de españoles. Debería leer el informe de 1.600 científicos, entre ellos dos premios Nobel, negando el falso cambio climático urgente que plantean, que es un proceso natural del que ha habido varios en los 4.500 millones de años de existencia de la Tierra; debería saber que millones de personas en España, las más pobres, no podrán acceder con sus coches al centro de las ciudades por esa agenda climática. Nuestro país contamina el 0,7%, China el 30%, y siguen abriendo fábricas y vendiendo vehículos de combustible fósil. Que PSOE y PP estén de acuerdo con otros partidos no convierte en menos política las pretensiones de dichas agendas. Decisiones políticas contra la ciudadanía de las que el Rey de todos los españoles, si quiere serlo, debería mantenerse al margen. Firmar las leyes es una cosa y hacer propaganda de medidas injustas que pretenden cambiar nuestra forma de vida, otra.
En cambio, aunque no soy taurino, que no haya renegado de la fiesta nacional ni de ir a misa en determinados actos, en tiempos en que el pensamiento único talibán te señala por ello son hechos positivos, como el discurso emitido el 3 de octubre de 2017 contra los golpistas independentistas. Que Puigdemont, el que decidirá el Gobierno de España coloque una fotografía del Rey cabeza abajo el día que comienza la negociación con el PSOE y se produzca un silencio sepulcral en este partido los delata. El jefe del Estado es una institución y nos representa a todos. Lo es porque se aprobó en referéndum con la Constitución que les concede a los políticos salarios y poder, y si lo insultan y desprecian, quien defienda la Constitución debe defenderlo. El silencio es ruin y cobarde.
En 1969, tras pactarlo con Estados Unidos, Franco aprobó una ley por la que se nombraba a Juan Carlos I heredero en la jefatura del Estado a título de Rey. El heredero dinástico y padre de Juan Carlos no estaba de acuerdo y solo cedió sus derechos años después de su acceso a la jefatura del Estado. De la muerte de su hermano en accidente, la entrega del Sáhara y otras muertes sospechosas en ¿accidente? de jóvenes embarazadas, o de cómo hacerse multimillonario cuando era pobre de solemnidad, ni escribo.
Sin remontarnos al siglo XIX (la historia de España abarca muchos siglos y monarquías), tras la connivencia del régimen franquista con el nazismo y la derrota alemana, España quedó aislada en el contexto internacional y fuera del Plan Marshall que reconstruyó la Europa democrática. La Guerra Fría tras la Segunda Guerra Mundial llevó a Estados Unidos a interesarse por España y en 1953 se firmó el Pacto de Madrid, por el que a cambio de apoyo económico cedíamos cuatro bases militares (se mantienen Rota y Morón). En 1955 entramos en las Naciones Unidas. En 1959 el presidente Eisenhower visitó España rompiendo el aislamiento de la dictadura y en 1962, siete años antes de ser nombrado heredero a título de Rey (hecho que se produjo en 1969), en su viaje de luna de miel Juan Carlos y Sofía fueron recibidos por el presidente Kennedy. En 1971 fue recibido por Nixon. Estados Unidos y su diplomacia secreta (la CIA, la cloaca del Estado profundo norteamericano) trabajaron para que al acabar la dictadura franquista no se produjera un deslizamiento hacia el bloque comunista.
En 1975 Gerard Ford visitó España y se suscribió el Tratado de Amistad y Cooperación. En 1976 Juan Carlos I pronunció un discurso en el Congreso de Estados Unidos siendo jefe de Estado, explicando el tránsito a la democracia y a la economía de mercado. En 1980 visitó a Jimmy Carter y en 1981, a Ronald Reagan. Este año se concretó el protocolo de adhesión a la OTAN que se firmó en 1982 (aprobado en referéndum en 1986). Reagan visitó España en 1985. En 1987 Juan Carlos visitó la Casa Blanca. Tres viajes oficiales de Juan Carlos a Estados Unidos están registrados siendo Bill Clinton presidente, quien vino invitado al Palacio de Marivent en 1997. En 2001 y 2004, nuevas invitaciones a la Casa Blanca por George W. Bush. Obama recibió a Juan Carlos en 2010. El Rey Felipe ha visitado la Casa Blanca, como su padre, antes de ser jefe de Estado, aunque en su caso ya era el heredero. En 1987, aprovechando que concluía su instrucción como cadete en el Juan Sebastián Elcano que atracaba en Estados Unidos, fue recibido por Ronald Reagan durante 18 segundos para hacerse una fotografía y después ha sido recibido en 2015 por Obama, en 2018 visitó a Trump y su última visita, prevista para abril de 2020 invitado por Joe Biden se suspendió por la pandemia. En su discurso de Navidad de 2022 utilizó una fotografía de la Cumbre de la OTAN en Madrid en el decorado como mensaje. No existe mandatario europeo que tenga relaciones tan estrechas con Estados Unidos como Juan Carlos I antes y Felipe VI ahora.
A Felipe VI, casado con una plebeya con la oposición de su padre, no se le conoce ningún escándalo ni comportamiento como los de su padre. Tengo claro para España el debate Monarquía o República. Es evidente que en teoría puede considerarse más democrática la elección del jefe del Estado, pero en este mundo de grupos poderosos y medios de comunicación pueden elegir presidente a cualquiera que les interese, un presidente pantomima al servicio de esas élites que con el mando de las fuerzas armadas nos lleve por una deriva autoritaria. Que el jefe del Estado tenga poderes muy limitados y el control de las fuerzas armadas es un antídoto para impedir la repetición de periodos oscuros de nuestra historia. Hay monarquías de dictadores como las de Marruecos o Tailandia, repúblicas que son dictaduras como Corea del Norte, Nicaragua, Cuba… y hay monarquías en los países más avanzados y con más libertades del mundo, España entre ellas. Siete de los 10 países con más bienestar y libertad son monarquías parlamentarias.
Hay un sector de ciudadanos que cuestiona al Rey porque ha propuesto a Pedro Sánchez para negociar su candidatura a presidente del Gobierno. Quieren monarcas como los de Marruecos o Tailandia o dictadores como los de Cuba o Nicaragua. Hay que respetar las leyes y procedimientos democráticos, aunque no nos guste el resultado. La amnistía, la llamen como la llamen, es inmoral y lo seguirá siendo diga lo que diga el T. Constitucional, porque hemos conocido muchas leyes injustas (esclavitud, apartheid…) y que fueran legales no las hacían respetables. Queda recorrido político y legal y hay que respetarlo. Aunque pueda parecer una contradicción, confío en el Estado de derecho, en las instituciones de esta partidocracia podrida y en el Rey, del que me es indiferente que coma carne, vaya a los toros y sea creyente (la reina consorte no comparte ninguno de estos gustos o valores y me parece que ha sido muy buena en su tarea). Echo de menos una defensa de los pobres y constato una alianza con élites políticas indeseables, pero que mantenga el control de las fuerzas armadas y garantice que no llegará un botarate a decidir por todos y acabar con las libertades es suficiente. España sobrevivirá como ha hecho durante muchos siglos contra enemigos internos y externos. Somos una gran nación.
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ FORNET