El Museo Nacional del Prado ha devuelto la vida a una joya perdida del arte barroco. Su nueva instalación permanente recrea la Capilla Herrera de Roma, un espacio desaparecido hace siglos que ahora renace en Madrid. En ella se exhiben los siete fragmentos originales de los frescos que Annibale Carracci pintó para la iglesia de los Españoles en Roma.
Estos murales, arrancados en 1833 ante el peligro de ruina del templo, fueron trasladados a lienzo para su conservación. Desde entonces, su historia ha sido tan fragmentada como las propias pinturas. Ahora, el Prado logra reunirlos en una recreación que permite comprender el conjunto original tal y como se concebía en su ubicación romana.
El proyecto, presentado por el jefe de la colección de pintura italiana y francesa del Barroco, David García, busca devolver a estas obras su contexto arquitectónico. “Su singularidad hacía difícil mostrarlas como cuadros convencionales”, explica. Por eso, el montaje reproduce la disposición original de los frescos en la bóveda y las pechinas de la capilla, combinando arte, historia y reconstrucción visual, según Europa Press.
Cuatro de los fragmentos decoraban la bóveda, mientras que tres ocupaban las pechinas. En ellos, Carracci representó escenas de la vida de san Diego de Alcalá, canonizado en 1588. Fue una figura muy vinculada al noble español Juan Enríquez de Herrera, quien atribuyó al santo la curación milagrosa de su hijo y mandó erigir la capilla en su honor.
El resultado es una instalación que recupera el espíritu y la escala del conjunto original. A los frescos del Prado se suma una reproducción y una fotografía en alta definición del óculo central, prestada por el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), que conserva los dos fragmentos restantes.
El diseño arquitectónico, a cargo de Francisco Bocanegra, recrea la atmósfera devocional y luminosa del espacio original. Se ubica en la sala 4, junto a obras de Ludovico Carracci, Guido Reni y Domenichino, maestros que compartieron con Annibale la revolución estética del Barroco.
La iniciativa, apoyada por el grupo OHLA, representa mucho más que una muestra. Es un acto de recuperación patrimonial que permite al público redescubrir un capítulo esencial del arte mural europeo.
Con esta recreación, el Prado no solo exhibe frescos: restituye un fragmento de historia que vuelve a brillar con el esplendor que tuvo en Roma.