En mi casa se compraba el ABC porque era muy enrollable debajo del brazo, manteniendo libres las manos para otros menesteres. Pero alguno de los miembros familiares recomendaba leer el PAÍS, de vez en cuando, escuchar a ráfagas la SER y atreverse con la periodista vespertina de ONDA CERO para saber qué piensan lo que sólo piensan en ellos mismos y elaborar así una antidoctrina que equilibrase un poco los delirios. El Suplemento Cultural de El País, como poético era, sin embargo, irreprochable.
Santa Teresa de Jesús, cuando alguna monja de su convento veía visiones, tenía un remedio infalible: “Denle de comer”. De este modo, la monja melancólica, con el hambre satisfecha, veía la verdad sin inventarse nada.
Dependiendo del hambre y del estímulo, más de un periodista de El País, intentaba hacernos ver que era mediodía estando la noche muy cerrada. Ahora, siendo francés el mayor accionista, no condescenderán tanto con el Gobierno. Aunque el Presidente lo tiene claro, se hace con el mayor paquete accionario a través de Telefónica u otras empresas manejables y… santas Pascuas.