El poeta asturiano presenta su última obra en la que evoca la infancia de un niño “que nunca fue a ninguna parte”
“El material del que está hecha la poesía es el lenguaje. Si de alguna manera somos capaces de hacer algo con las palabras que trasciendan lo que son, si podemos transformar un recuerdo o una emoción en un objeto artístico, la obra tendrá al fin sentido, para el que la ha escrito y para el que lee”, señaló el poeta Fernando Jaén en la presentación del poemario ‘El nombre de las horas perdidas’, obra de José María Cotarelo, Chema, publicada por la editorial argentina Corprens.
Y eso es exactamente lo que ofrece el poeta asturiano afincado en Granada en su nueva obra, poesía que convierte las palabras en emociones, sonidos e imágenes que calan, “palabras que brotan en ti como de una fuente que permite saciar la sed y trasmutar al mundo”, refería Jaén. Éste agregó que el libro es en realidad un solo poema, “extenso y hermoso, emotivo y conmovedor, que recorre la vida de un hombre bueno, un buen hombre, educado en la severidad de un tiempo que entendía el valor de la vida, el valor de las palabras y que conoció el nombre de las horas perdidas».
En el Ateneo de Granada
En un acto en el Ateneo de Granada en el que acompañaron a Chema Cotarelo en la presentación el poeta y secretario del Ateneo granadino, Manuel Peña, y el propio Jaén, el autor convocó a numerosos amigos hasta llenar el local.
Primero Manuel Peña dedicó su intervención a dar unas pinceladas biográficas de este poeta, crítico, articulista y dramaturgo, nacido en Taramundi (Asturias) en 1961, que tiene ya una dilatada trayectoria literaria en España y en países latinos como Argentina y Uruguay, y recordó varias de sus obras desde que publicó su primer libro cuando era un adolescente.
Cotarelo, que recurrió a imágenes de Taramundi para que el público conociese el contexto en el que nace su poemario, ilustrado en su portada por Neli Fuentes, agradeció el prólogo de Leopoldo Castilla y el apoyo de Pedro Solans, su editor, para hacerlo posible en Latinoamérica. Allí ha tenido la oportunidad de presentarlo en las ciudades argentinas de Ushuaia, Buenos Aires y Córdoba. “Este libro que lleva en su interior las vivencias de un humilde campesino nacido allá en una aldea asturiana, donde apenas llegaban la luz y el agua, hizo derramar alguna que otra lágrima entre el público argentino porque muchos se veían reflejados en las experiencias vividas por sus padres y abuelos”, dijo Cotarelo.
Creador de los Bosques de la Poesía
El autor, que junto a Jaime de Vicente ha sido el fundador en España de los Bosques de la Poesía, acabó dando lectura a varios de los poemas del libro que cautivaron al público porque, en palabras de Fernando Jaén, “crecer, parece que nos quiere decir el poeta, es aprender a estar solo frente a nuestra memoria, frente a nuestra vida fundada sobre frágiles recuerdos. Crecer es saber regresar a ninguna parte y encontrar en las entrañas de la propia infancia las melodiosas aguas de la poesía”.