El ladrido de los perros

3 de marzo de 2025
1 minuto de lectura
Ilustración: RAFAEL BONACASA

MARISA GARVIA

Te recuerdan cómo seguir adelante, no con palabras o grandes gestos, sino simplemente estando ahí

Al principio no lo creía, pero es cierto: “Tener un perro marca la diferencia”, dije, mientras observaba cómo la luz se reflejaba en la vieja correa que colgaba de la puerta.

Al principio, es solo un perro, te dices a ti misma. Una cosa más que cuidar en un mundo que ya exige demasiado. Pero luego se abren camino. Poco a Poco te muestran partes de ti mismo que ni siquiera sabías que existían.

Las partes más blandas. Las partes pacientes. Las partes que necesitaban que alguien se sentara a tu lado sin pedir nada a cambio. Lo notas más en los días en que la vida se siente demasiado pesada. Están ahí, esperando, mirándote como si todavía valieras algo, incluso cuando no estás tan segura de ti misma.

Te recuerdan cómo seguir adelante, no con palabras o grandes gestos, sino simplemente estando ahí, firme, presente e inquebrantable por cualquier tormenta en la que te encuentres.

Y esa es la diferencia. No te arreglan, pero te recuerdan que tal vez no necesites que te arreglen. Que tal vez el amor, en su forma más simple, es todo lo que necesitas para volver a sentirte humano. Y es un tipo de amor que no se olvida. Del tipo que se queda contigo mucho después de que se han ido…

Texto Marisa Garvia. Ilustración Rafael Bonacasa

No olvides...

Los jinetes del apocalipsis

SANTIAGO GARCÍA ÁLVAREZ…

Armonía y valores en la familia

La familia, sea cual sea su forma, es el primer espacio donde se aprenden o se desaprenden los valores. Expertos…

La urdimbre indispensable: paz y concordia

ANTONIO PENICHE GARCÍA…

La irracionalidad como regla

JORGE PUIGBÓ…