El juez Adolfo Carretero, Mouliaá y Errejón

21 de enero de 2025
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El juez Adolfo Carretero, Mouliaá y Errejón
La actriz Elisa Mouliaá llega a declarar a los juzgados de Plaza de Castilla. / MATEO LANZUELA / EUROPA PRESS

Nunca he estado en un banquillo y espero que Dios me libre de hacerlo, y más si enfrente me voy a encontrar al juez Adolfo Carretero. He escuchado los audios de las declaraciones que prestaron en su sala la actriz Elisa Moluliaá y el exdiputado Íñigo Errejón, acusado por ella de agresión sexual, y me he sentido violentado, incómodo y sorprendido por el tono inquisidor del magistrado con la denunciante y, creo, que condescendiente y comprensivo con el denunciado.

En el interrogatorio, de excesiva dureza con la muchacha, en mi opinión, el juez utilizó términos y conceptos inapropiados, sigo diciendo que en mi opinión, y lo normal es que al final la víctima se sintiese acorralada y confundida. Se trataba de tomar declaración, pero Carretero entró al degüello sin miramientos y puso en marcha un interrogatorio en el que poco faltó para sacar las uñas con alicates y aplicar descargas de electrodos en los pezones para que confesara ella lo que para él podrían ser aviesas intenciones con esta denuncia, mismamente la de una despechada.

Carretero dudó de la versión de la denunciante, la increpó diciéndole si ¿”no será que usted quería algo con ese señor”? Y cuando ella declaraba que Errejón se sacó el miembro viril Carretero le preguntó ¿”para qué”?. Incluso la reprochó que haya hecho la denuncia tres años después de ocurrir los hechos. “¿No será que usted quería algo con ese señor, y al no corresponderle ese señor por eso ahora le denuncia, porque ese señor se ha reído de usted?», comentó el juez.

No sé si esa es la estrategia judicial al uso y ese es el camino para averiguar la verdad de los hechos, pero no lo creo y no me parece que sea el juez el que ponga en cuestión lo sucedido de una parte y entienda lo de otra, sobre todo en la fase de tomar declaración. Eso, al menos, me pareció a mí. Incluso me pareció que orientaba las respuestas del acusado. Así, cuando Errejón negó que la actriz hubiese bebido tanto como decía ella, el juez recalcó: «¿Pero ebria en absoluto; en todo momento sabía lo que hacía?», queriendo dejar claro que ella no estaba fuera de si y que hacía lo que quería porque no estaba borracha.

Cuando ella declara que se sintió incómoda con el comportamiento del político el juez califica de absurdas las premisas y le dice que “es una persona acostumbrada al público. ¿No fue capaz de decirle que las condiciones no eran aceptables”? El magistrado puso en duda que la mujer hubiese querido irse y que no lo hiciera si aceptó ir con él a su casa.

En el interrogatorio quedaron claras dos versiones contradictorias que no coincidieron en como sucedieron los hechos y quedó clara una posición del juez escorada en sus ideas que habrá que ver en su resolución judicial. Cuando le preguntó a Errejón y éste describió que el contacto que tuvieron fue consentido el juez sentenció: “Se morrearon los dos” y “hubo un cierto tonteo”. Al relatar que se besaron en el ascensor, Carretero repreguntó a Errejón: ¿”No fue un beso con intimidación”?, y el político respondió “todo lo contrario”.

Modestamente creo que este juez no está capacitado para juzgar un caso como éste. El fallo del tribunal ya me lo sé. No hay que ser docto en jurisprudencia. No sé si Mouliaá miente en todo o en parte, o si lo hace Errejón, pero yo que ella estaría preocupado con el final de este caso por cómo han ido las cosas en un comportamiento inaceptable por parte de un juez. Quizás el Consejo General del Poder Judicial tenga algo que decir.

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