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El Juego de Waterloo

Batalla de Waterloo. | Fuente: Wikipedia.

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Cada vez es más complicado continuar por este camino tan difícil que nos aprisiona y nos convierte en marionetas de unos manipuladores sin escrúpulos con su juego, el último más visto y más practicado en España en lugares desconocidos para los no iniciados.

El Juego de Waterloo es un juego solo para expertos en tácticas de intriga, chantaje, inversión de mentiras y conversión de negro en blanco con total impunidad para lograr el triunfo.

Esas manipulaciones nos las han servido en bandeja, ante la pasividad de una oposición que no actúa, que parece inactiva y en muchos círculos, catalogada de una cobardía, mezcla de un buenismo un tanto trasnochado, ridículo y peligroso a pesar de ir viendo como se deteriora día a día la paz que habíamos logrado tener en España.

Me limito a explicar los comentarios que circulan por la calle y en círculos donde se expresan libremente y sin ningún freno impuesto, pues sus edades les da esa patente de conocimientos por haberlos vivido.

Los que nos arrastran son esos que se autoproclaman sin sonrojarse como progresistas.

Es un apelativo a estudiar, no va en absoluto con sus actuaciones, son obsoletos y les gusta rememorar las costumbres añejas, las más oscuras, y hacernos regresar a situaciones pasadas que solo trajeron dolor, malestar, pobreza, además de las múltiples prohibiciones que se les ocurran, creando esa inseguridad que no nos deja avanzar.

Muchos no están conformes con esos pactos que nos presentan ya firmados por la mano de un ser carente de amor hacia su patria, con una actitud déspota, sin autocrítica y con esos, sus acólitos que por medrar firman lo que sea y donde sea, lo demuestran sus reiterados actos, con pactos carentes de luz para todos los ciudadanos españoles.

Nuestro deber es no dejarnos doblegar, y aunque ese nuevo mesías, con una impronta indecente por falsa, se muestre sin vergüenza alguna como jefe supremo, continuemos con la lucha de la palabra, pasándola siempre de unos a otros con la verdad y la legalidad por bandera.

El poder del dinero y como consecuencia el vicio desenfrenado en algunos descerebrados es el culpable y es muy fácil dejarse seducir, pero… las monedas tienen reverso.

Muy feo asunto para ese PSOE que ahora lleva la firma de ese grupo que terminó con unas siglas con historia para convertirse en el creador del autentico Juego de Waterloo.

Se valieron de una falsa identidad para crear confianza y así poder tener acceso para participar en el desmembramiento de España, ya pactado con antelación, y que están convirtiendo en legal lo que anteriormente era ilegal, solo para su beneficio. Ese es el fin del juego para ser el ganador.

Es deber de cualquier demócrata español mostrar su disconformidad por el derrotero peligroso que nos están llevando esas leyes contra los principios más firmes y determinantes de nuestra Carta Magna, siendo solo espectadores de esa unión atada con concesiones y promesas varias con los que no se consideran españoles y que solo nombrar España les hace sentir un enorme desprecio.

Hoy gobiernan este país haciéndonos creer que son progresistas, pero en realidad beben de la fuente más turbia y contaminada del antiguo comunismo.

El progresismo no es pertenecer a una idea política, secta o credo, es adelantarse a su tiempo, tener ideas constructivas y ponerlas en práctica.

Es crear puestos de trabajo y levantar empresas con problemas haciéndolas crecer y sacarlas de la inactividad.

Es proporcionar una educación real y constructiva para todos y enseñar la historia del país sin parches añadidos y falsos que solo beneficien a los gobiernos del momento.

Que se valoren los estudios y en consecuencia los puestos de trabajo según los conocimientos de cada uno.

Es más fácil bajar categorías y así igualarnos a todos.

La vida sin dificultades suele crear en muchas personas una falta total del concepto del esfuerzo.

La competividad es el triunfo de los que desean crecer mentalmente para ser mejores que los mal declarados triunfadores, colocados como compensación por su afiliación política.

Si fomentan la mediocridad, te quitan esa motivación tan necesaria para crecer y tener esperanza en el futuro.

Muchos de nuestros jóvenes están muy desmotivados y cuando les preguntas, suelen responder: “¿Para qué el esfuerzo, para ser un parado?”.

Empezó la guerra de las falsedades. No olvidéis poneros el casco, están dispuestos a pisar las cabezas de los que no se inclinen ante sus tremendos disparates, como la gran fiesta que están planeando en Cataluña, con ese referéndum solo para ellos.

Sus nombres aparecerán en la historia de España como los que a la sombra de unas siglas reconocidas nos han vendido a los enemigos de la unidad, la libertad y la verdadera democracia.

¡Es una traición que no se olvidará nunca!

El buenismo aplasta la realidad de un futuro que ya está impuesto por decreto.

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