Las razones últimas del indeciso es no tener claras las circunstancias que determinen una elección. El peligro del indeciso puede estar en la negligencia extenuante para salir de las dudas o acomodarse a ellas sin el menor deseo de resolverlas. Ignacio Rocaver había heredado una de las mejores casas de Veraluz, situada en la calle Mayor con una parcela que le permitía jardín y pajarera. Y hasta pavos reales que, en sus arrebatos amorosos, molestaban sin piedad a los vecinos.
La casa fue construida por sus abuelos en el año 22 y, desde entonces, sólo se había pintado una vez y para disimular una humedad en los dormitorios que nunca desapareció del todo. Ignacio tenía 35 años, los mismos que la casa, a punto de darle un susto de improviso por las vigas de la madera quebrada. Su novia, Leo, le insistía en mejorar las estructuras pero él siempre se negaba dejándolo para más adelante, como fue retrasando indefinidamente la boda con su Leo, tras quince años de relación, porque “no lo tenía claro”.
Al fin, Ignacio se fue muriendo con desgana sin saber si era ése el mejor momento. Lo quiso dejar para más adelante, pero no pudo. Y, en un descuido, se le cayó la vida encima.
Pedro Villarejo