El escudo aún de las comadronas es una antorcha encendida con esta frase que viene a decir: “ayudando a nacer”. Sócrates era hijo de la partera Fenáreta y su deber , como el su madre, fue ayudar enteramente a que los jóvenes se educaran hasta parir ellos mismos, ayudados por la luz, los más provechosos conocimientos.
A sus 70 años, los que tenían en sus manos el poder absoluto, le obligaron a elegir entre la cicuta o abjurar de todo aquello que había enseñado y que conducía a la juventud al ateísmo.
Efectivamente un amigo suyo, Querofonte, fue a corroborar la sabiduría de Sócrates al Oráculo de Delfos del que obtuvo esta respuesta: “Nadie hay más sabio que Sócrates”. Y Sócrates, que se creía un ignorante, enseñó que no era menester hacer caso a los dioses. Tal impiedad, y su proyección, le costaron la vida.
De ahí que Francisco Brines dejase escrito: “Ha de morir el hijo de la partera, su elocuente palabra puede conducirnos a la muerte”.
…Peligroso es decir lo que se piensa. Y aún más, todo lo que se sabe.
Pedro Villarejo