Hoy: 23 de noviembre de 2024
La Consejería de Sanidad de la Junta puso en marcha hace cinco años en Valladolid una unidad que ha ayudado a más de 4.000 personas a que el dolor crónico “deje de ser protagonista” de sus vidas a través de un programa transversal y pionero que dura hasta 16 semanas y está basado en la “evidencia científica”
“Aquí tratamos personas, no tratamos etiquetas diagnósticas”, explica el coordinador de la Unidad de Estrategias de Afrontamiento Activo para el Dolor, Federico Montero Cuadrado, que recuerda que la génesis de este servicio está en un proyecto de investigación que arrancó hace “trece años” en la Universidad de Valladolid al alimón entre el mencionado Montero Cuadrado y Miguel Ángel Galán, fisioterapeutas y profesores de la institución académica.
“En Atención Primaria veíamos muchos pacientes con dolor musculoesquelético que venían todos los años dos o tres veces a tratamiento, que mejoraban poco o no lo hacían. Tuvimos la suerte de poder hacer formación internacional con australianos, belgas, ingleses y americanos y vimos que allí el abordaje era diferente”, recuerda.
Al respecto, explica que existía la idea de que en el dolor crónico tenía que haber una “lesión en los tejidos”, pero la neurociencia, “que ha avanzado mucho”, ha demostrado “que cuanto más dura un dolor, más tiene que ver con alteraciones funcionales y estructurales del sistema nervioso central y menos tiene que ver con patología musculoesquelética”.
En este sentido, el responsable de la unidad ahonda en que hay alteraciones también del sistema inmune, del sistema nervioso vegetativo, que influyen en la estabilización del dolor crónico. “Hoy en día la neurociencia ha demostrado que es mucho más complejo y que para mejorar el dolor no solo tenemos que tratar las lesiones físicas, el movimiento o la intensidad del dolor, sino que tenemos que hacer un abordaje integral y biopsicosocial de la persona con todos los elemento que pueden repercutir en el dolor. Y es lo que hacemos aquí en la unidad”, argumenta.
Montero Cuadrado subraya que en la unidad se tratan personas, “no etiquetas diagnósticas” y siempre “desde un punto de vista basado en la evidencia científica”.
“En los últimos años se recomiendan en las guías de práctica clínica de tratamiento del dolor musculoesquelético, enfoques activos de tratamiento, donde dejemos fuera el modelo paternalista en el que los sanitarios deciden qué tratamiento ponen, para que sea el paciente el que conozca qué es lo que verdaderamente le está pasando y participe. Es, lo que se llama una medicina centrada en el paciente”, continúa. El movimiento, la actividad, cobra protagonismo en detrimento del fármaco”.
Enfoques que van de la mano siempre de la “investigación” para implementarlos de la manera “más rápida” posible en la práctica clínica asistencial en pacientes con un perfil diverso pero un nexo en un común, en dolor crónico.
“Son pacientes que llevan meses o años con dolor, con etiquetas diagnósticas de cervicalgia, lumbalgia, dolor de rodillas, fibromialgia, COVID persistente… pero también tenemos pacientes con neuropatías, con síndrome de dolor subregional complejo, pacientes que también tienen dolor de miembro fantasma”, refleja.
Eso sí, aunque todos llegan con un “montón de etiquetas diagnósticas”, la unidad los evalúa desde su “funcionalidad”. “En vez de etiquetas diagnósticas, clasificamos por fenotipos de capacidades funcionales, porque el dolor no es tratar su intensidad, es mejorar las funcionalidades para tener mejor calidad de vida”, concluye.
De ahí que los programas que se ponen en marcha incluya técnicas para la mejora de la funcionalidad física, pero también de la “cognitiva, emocional y social”. “Hacemos mucha terapia grupal, porque en la cultura latina, es terapéutica. Es algo que está muy estudiado”, detalla para constatar que los programas durante “un mínimo de 12 a 16 semanas”.
Por las instalaciones ubicadas en Real de Burgos y que comparten con el Centro Regional de Medicina Deportiva, pasan un millar de pacientes al año desde 2019, si bien la pandemia obligó a un parón prolongado en la prestación de sus servicios, un volumen “alto” pero “asumible” a través del abordaje grupal y a las técnicas de digitalización en evaluaciones.
El grado de éxito en las primeras investigaciones “con pacientes muy seleccionados” rondaba el 75 por ciento, si bien a día de hoy ha bajado “un poquito”, aunque para el coordinador sigue siendo un “éxito”. “Estamos logrando que el dolor no sea el protagonista en la vida del paciente, que tengan funcionalidad y calidad de vida”, resume Federico Montero.
Eso sí, nunca tiran la toalla. Es más, según explica el coordinador de la unidad, la investigación ocupa un lugar principal en la filosofía del equipo. “Llevamos a cabo proyectos conjuntos con la UVA en el Instituto de Biomedicina y Genética Molecular de Valladolid (IBGM) a través de la imagen cerebral, analíticas inmunológicas, epigenéticas, que han permitido detectar en alguno de los pacientes que no mejoran alguna enfermedad autoinmune que requieren otro tipo de tratamiento”, describe para incidir en que el ser una unidad multidisciplinar redunda en su “éxito”.
El equipo está compuesto por doce profesionales, entre administrativos, médico general, psiquiatra y fisioterapeutas con doble perfil. “Además, a través de un fondo europeo conseguimos siete jóvenes investigadores que se dedican a digitalizar todas las herramientas de medida y hacer investigación para ver verdaderamente cuáles son los buenos respondedores a los tratamientos, porque nuestra idea es que desde una primera evaluación y a través de reglas de predicción clínica podamos saber cuál es el mejor tratamiento que pueden tener”, anticipa.
También abordan técnicas de electroestimulación directa trascranial, técnicas magnéticas a nivel de campos cerebrales, trabajan en el mundo de la epigenética y el dolor; investigan el síndrome doloroso regional buscando biomarcadores y cómo se correlaciona con la práctica clínica.
“Hasta ahora sólo habíamos tratado el cuerpo y eso no nos ha dado mucho resultado en los pacientes con dolor crónico. Entonces, un abordaje más integral, donde todos los avances tecnológicos se vayan incluyendo en el tratamiento, es importante. También estamos intentando desarrollar el uso de nuevas tecnologías como la realidad virtual, aplicaciones para tanto valoración como para tratamiento de los pacientes. En Estados Unidos, por ejemplo, ya tiene unas gafas de realidad virtual donde hacen técnicas de educación y técnicas de movimiento para pacientes, que nosotros aquí las estamos utilizando”, ha avanzado.
En este sentido, la predoctora de la UVA e investigadora de la unidad, Laura Barrero, incide en que se están buscando “cómo generar reglas de predicción clínica para hacer un buen uso de los recursos sanitarios con la ayuda de la investigación y saber qué tratamiento es el más eficaz”. Barrero se dedica a pacientes con Covid persistente y confirma que un enfoque “activo”, como se realiza con otras patologías como fibromialgia dolor crónico, es “efectivo”, que es lo que están viendo.
“Hemos notado mucho cambio, sobre todo, en cómo el paciente gestiona su situación, porque, al final, Covid persistente y este tipo de patologías son pluripatológicas, tienen muchos síntomas y a veces es difícil gestionarlo en su día a día, entonces, en líneas generales te puedo decir que sí que hay unos resultados efectivos, sobre todo en cuanto a fatiga, percepción de calidad de vida y ánimo”, ha incidido. “He tenido casos como el de una madre que me dijo que por fin podía abrazar a su hija porque antes abrazarla le causaba tanto dolor, que no quería hacerlo”, finaliza.