Hasta este domingo, Vox defendía su derecho a entrar en el gobierno, en parte espoleado por el apretado resultado electoral, que ha dibujado un panorama de bloqueo institucional y posible repetición de elecciones generales en diciembre.
Pero un comunicado del partido avisó de que “no seremos un obstáculo para evitar un gobierno de destrucción nacional”; y fijo que sus 33 diputados apoyarán un gobierno constitucional, que cierre el paso a los que considera enemigos de España.
Hipotéticos socios de investidura y/o coalición del Partido Popular, ganador de las elecciones generales del 23J, habían rechazado apoyar a Núñez Feijóo, aduciendo su alianza con Vox, que ahora parece neutralizada.
Pero la aritmética parlamentaria no resultará tan cómoda, como puede entreverse, tras la renuncia de Vox a entrar en el Gobierno de España, pues nacionalistas vascos -especialmente el PNV, abocado a comicios autonómicos- y catalanes son reacios a cualquier entendimiento con el PP.
Génova se niega a aceptar el no definitivo del PNV, al que ha ofrecido uno de sus puestos en la Mesa del Congreso de los Diputados; maniobra que puede ser replicada por el PSOE, pero ya en Sabin Etxea, cuartel general de la formación nacionalista, han tomado nota que su alianza con Sánchez provocó la pérdida de la hegemonía autonómica a manos de EH Bildu, que contará con un diputado más en la que puede ser una legislatura corta.
Los canarios mantienen su tesis de no entrar en ninguna fórmula que incluya a Vox y Sumar, pero los navarros de UPN deshojan la margarita porque temen que un no a Sánchez provoque la pérdida de la alcaldía de Pamplona; emblemática para la formación.
El presidente en funciones, Pedro Sánchez, decidió poner tierra por medio y ganar tiempo hasta agosto; se ha ido de vacaciones a Marruecos; pero ha dinamitando un pacto PP-PSOE en Ceuta; cuando ya estaba fraguado.
El principal obstáculo de Sánchez se llama Carles Puigdemont y sus siete diputados de JUNTSxCAT, que deberán votar sí o no a la investidura del socialista, tras el reajuste de escaños con el voto del exterior, que favoreció al Partido Popular.
Varios analistas sostienen que la encrucijada actual recuerda a las elecciones de 1993, cuando Felipe González -que sigue hablando con Núñez Feijóo- ganó por 240 mil votos a José María Aznar y no pudo agotar el mandato; pese a cederle el 30% de la recaudación del IRPF a Jordi Pujol.
Pero en Génova ya contemplan que Sánchez pueda reeditar el pacto de gobierno que lo ha sostenido en La Moncloa; pero a cambio de aprobar unos presupuestos light, que evite los recortes más duros que impone Bruselas y convocar elecciones para 2025.
En las próximas dos semanas habrá pacto o repetición electoral; pero hasta entonces, y después asistiremos al ajedrez político que intenta esconder los intereses más caros de cada partido; incluido el reparto del presupuesto en favor de pocos y detrimento de muchos.
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