Don Felipe y doña Letizia pagan la rabia y la indignación social contra el Gobierno por la nefasta gestión de esta catástrofe
Al presidente del Gobierno y a su equipo íntimo de ministros palmeros, se les ha llenado la boca en los últimos meses al hablar del fango en la sociedad española. Hubo sesiones del Congreso en las que Pedro Sánchez llegó a pronunciar este término -que como se sabe es sinónimo de lodo o barro- hasta una docena de veces. Todo era fango en medios de comunicación que se atrevían a informar sobre los presuntos chanchullos de su esposa en los negocios, y todo era fango y lodo en los partidos políticos que denunciaban los hechos y pedían explicaciones por sospechas fundadas, incluso judicialmente, sobre irregularidades, o por quienes osaban cuestionar su gestión por acuerdos ocultos con los independentistas catalanes o los herederos del terrorismo etarra para amarrarse al poder.
Quién le iba a decir al presidente Sánchez que al final el fango, el barro, lo iba a enterrar políticamente, pero no el fake de sus mentiras o verdades manipuladas, ese no, el barro de verdad, el que se ha cobrado la vida de cientos de personas (217 hasta ahora y pendientes de los muchos desaparecidos), y ha dejado sin nada a miles de familias, ese fango todavía amontonado en las calles de numerosas poblaciones valencianas donde la peor DANA del siglo ha sembrado de muerte y destrucción cuanto se encontró a su paso dejando un rastro de dolor y sufrimiento infinitos.
Los Reyes, acorralados
La jornada de este domingo no la olvidaremos con facilidad porque han ocurrido cosas que no habíamos visto nunca antes, sobre todo y por encima de todas, la imagen de los Reyes don Felipe y doña Letizia acorralados e insultados por el gentío en Paiporta junto al presidente del Gobierno Pedro Sánchez y el presidente valenciano, Carlos Mazón, a los que llegaron a lanzar objetos y les gritaron “asesinos”.
“Esto no va con ustedes, no va contra ustedes”, la decía una mujer a la reina Letizia, que caminaba rota, con los ojos empañados por las lágrimas, con barro en el rostro, desencajada. Nunca había visto así a la reina. Y tampoco había visto a don Felipe, asediado por ciudadanos en una imagen que ha dado la vuelta al mundo. Es verdad, la gente, en su mayoría, no iba contra los Reyes porque sabe que no son responsables de este desastre organizativo y conocen la enorme sensibilidad de la Casa Real con las víctimas, sea en las circunstancias que sean, pero ese pelotón ciudadano le pegó una patada a Sánchez en el culo de los monarcas. Los gritos, los insultos y el clamor ciudadano era fundamentalmente contra Pedro Sánchez y Carlos Mazón, protagonistas de la peor gestión que se pueda hacer de una crisis como la causada por esta DANA.
Error de bulto
Quien haya decidido que los Reyes acompañen a Pedro Sánchez en esta visita no tiene dos dedos de frente y pocas luces. Han metido a don Felipe y doña Letizia en una ratonera en la que había mucha rabia contenida, mucho dolor a flor de piel, mucha desesperación y lo ocurrido, que todo el mundo ha podido ver en las televisiones, a mi me produce una tristeza enorme porque los Reyes han pagado la culpa de otros. Parece evidente que ni el momento era el mejor ni la compañía la más apropiada.
Con todo, mientras Sánchez y Mazón escaparon del lugar escoltados por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, los Reyes rehusaron las indicaciones de sus servicios de seguridad y decidieron seguir entre la gente para pedir calma en medio de una tensión muy alta. Don Felipe y doña Letizia han dado una lección que otros deberían aprender y eso que se enfrentaron probablemente al momento más duro por el que han pasado en su reinado.
Indignación y frustración
La indignación de miles y miles de personas que han sentido la frustración de verse desamparados por unas administraciones torpes y negligentes, estalló ayer durante la visita de las autoridades, que llegan cinco días después de ocurrir la tragedia y cuando todavía los coches siguen amontonados en las calles, hay carreteras que permanecen cortadas, la prestación de servicios es deficiente y, lo que realmente importa, siguen muchas personas desaparecidas, una cifra que las autoridades no desvelan pero que se teme lo peor para que al final hablemos de la que puede ser la peor tragedia natural en la historia de España.
Los vecinos de localidades como Paiporta, quizás la más afectada, han visto pasar los días sin que llegasen efectivos de emergencias, y solo el clamor logró que el Gobierno enviase al Ejército a partir del cuarto día, cuando cientos y miles de afectados no tenían ni agua ni alimentos básicos. Es normal la indignación. Ayer escuchaba a la presentadora Ana Rosa Quintana decir en los informativos de Tele 5 que por mucho que los periodistas se esfuercen en contar lo que ha sucedido, verlo en directo es inenarrable por la magnitud de un paisaje apocalíptico de absoluta devastación.
La violencia siempre sobra
Los testimonios son desgarradores y es difícil hacerse a la idea de lo que han pasado y de lo que está pasando esta gente desde la tarde-noche del martes. Es normal la indignación de personas que tienen todo el derecho a expresar su queja contra administraciones que no han funcionado ni han sabido dar la respuesta adecuada a las necesidades de la población, aunque nunca, en ningún caso, la respuesta puede ser la violencia como la que ayer se ejerció contra la comitiva de autoridades, a los que lanzaron barro, piedras y palos y hubo, incluso, intentos de agresión. Uno de los coches de la comitiva real acabó destrozado y un escolta de la reina sufrió una brecha en la cabeza al ser golpeado con un objeto.
La violencia nunca, pero es normal compartir la rabia y el desengaño de quien ha sentido la soledad y el abandono de sus dirigentes. Todavía no acabo de entender cómo un país desarrollado como España ha actuado tan mal como lo ha hecho en horas y días críticos, y no se puede justificar de ningún modo que los egos políticos en luchas estúpidas de competencias o la negligencia de dirigentes que no merecen el cargo que ocupan, hayan agravado tantísimo el drama de esta población desolada a la que nadie informa ni ayuda. Mazón debería hacérselo ver y de camino su jefe de partido, el señor Feijóo, que mantiene un vergonzante y discreto segundo o tercer plano al pedir responsabilidades. Es ¿por que se trata de uno de los suyos?
Ha habido equipos españoles que se han desplazado en cuestión de horas a Marruecos, El Salvador o Haiti para ayudar en tragedias naturales y aquí, a pocos minutos, a pocos kilómetros… no llegaba nadie porque nadie los envió o les permitió actuar. He escrito ya antes que este hecho es imposible de entender, pero sigo sin respuestas ni explicaciones de quienes deben darlas.
Presidente Sánchez, váyase
Presidente Sánchez, este país no merece tener un presidente como usted porque no está a la altura de él. No ha sabido gestionar un problema humano brutal como el que sufren y padecerán durante mucho tiempo miles de familias, y haría bien en irse por dignidad y respeto a los ciudadanos a los que ha fallado, y desaparecer mientras la sociedad limpia el fango, el de verdad, que su estulticia ha desparramado sobre familias inocentes que todavía se preguntan qué ha pasado y por qué pasado si realmente podía evitarse y, si el agua llega al cuello antes que los avisos, evitar, lo que se dice evitar… Eso, además de para manchar la imagen de un país que todo el mundo mira con perplejidad por la lenta y pobre respuesta que ha dado a la tragedia en momentos cruciales.