Menos mal que Franco murió en otoño para no tener que provocar una melancolía fuera del tiempo natural, ya que sin sol y sin hojas en los árboles nos cerca en noviembre una especie de tedio muy parecido a la desgana de la vejez. Con la muerte de Franco, muchos se pusieron tristes del todo en un gesto exagerado que vulgarizaba el dolor; otros, aparecieron con excesivo entusiasmo, mostrando así una maldad maleducada.
Repasando nodos y reportajes de la época me pregunto dónde se escondieron aquellas multitudes que vitoreaban espontáneamente las visitas del Generalísimo, dónde aquella fila interminable de varios días para despedirlo entre sollozos y agradecimientos…
Según los libros que se lean o las experiencias que se hayan tenido, Franco fue un dictador perverso o un gobernante providencial. Es imposible que una persona lo haya hecho todo mal: los frutos conocidos muestran lo contrario. Como imposible es que una persona los haya hecho todo bien, excepto el actual Presidente de Gobierno que, hasta en las maneras de pervertirlo todo, es extremadamente exquisito… Estaremos atentos al equipo médico habitual para saber el tiempo que nos queda.
Pedro Villarejo