El ejercicio mejora la calidad de vida de las pacientes con cáncer de mama metastásico

13 de diciembre de 2023
2 minutos de lectura
Imagen archivo de un médico | EP.

Los doctores descubrieron que la intervención de nueve meses fue eficaz y fomentó el cumplimiento a largo plazo

Las pacientes con cáncer de mama metastásico, las que tomaron parte en un programa de ejercicio estructurado de nueve meses, aseguran tener menos fatiga y una mejor calidad de vida en comparación con las que no se sometieron al programa de ejercicio, según los resultados del ensayo Preferable-Effect sobre Cáncer de Mama presentado en el Simposio de San Antonio (Estados Unidos).

El cáncer de mama y sus tratamientos pueden causar efectos secundarios, como fatiga, náuseas, dolor y dificultad respiratoria, que pueden disminuir la calidad de vida relacionada con la salud de la paciente.

Para las pacientes con enfermedad metastásica, es crucial optimizar su capacidad funcional, explica la doctora Anne May, profesora del Centro Julius de Ciencias de la Salud y Atención Primaria del Centro Médico Universitario de Utrecht (Países Bajos).

“Optimizar la calidad de vida es, por supuesto, importante para todo el mundo, pero especialmente para los pacientes con enfermedad metastásica que se someten a un tratamiento continuo. Al mejorar la calidad de vida mediante un mejor tratamiento de los síntomas, podemos ayudar a los pacientes a disfrutar mejor de su vida personal, social y, en su caso, laboral”, señala May.

Los investigadores han evaluado previamente los efectos de los programas de ejercicio en pacientes con cáncer menos avanzado, descubriendo que benefician la CVRS y los niveles de energía de los pacientes.

Sin embargo, según la doctora, aún no se ha comprobado rigurosamente si estos beneficios también son aplicables a los pacientes con enfermedad metastásica. Añadió que puede ser necesario un programa de ejercicio más prolongado para los pacientes con enfermedad metastásica, ya que su tratamiento suele prolongarse durante periodos mucho más largos.

Todas las participantes en el ensayo recibieron un dispositivo de seguimiento de la actividad física y consejos genéricos sobre el ejercicio; 178 pacientes fueron asignadas aleatoriamente a sesiones de ejercicio supervisadas dos veces por semana durante nueve meses, con ejercicios de equilibrio, resistencia y aeróbicos (una sesión semanal podía realizarse en su lugar a través de una aplicación de ejercicio durante los tres últimos meses).

Los investigadores también evaluaron la forma física mediante la prueba de la rampa empinada, en la que se pedía a los participantes que montaran en una bicicleta estática con niveles de resistencia crecientes hasta el agotamiento voluntario. En la prueba, los pacientes del brazo de ejercicio alcanzaron una resistencia máxima media 24,3 vatios (13%) superior a los del brazo de control.

May y demás doctores descubrieron que la intervención de nueve meses no sólo fue eficaz, sino que también puede haber fomentado el cumplimiento a largo plazo.

Basándose en estos hallazgos, May sugirió que los médicos y las enfermeras deberían recomendar de forma rutinaria el ejercicio supervisado a las pacientes con cáncer de mama metastásico y que los responsables políticos y las compañías de seguros deberían garantizar la cobertura de los costes de los programas de ejercicio.

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