El director del ‘instituto de los enchufes’ utilizó datos falsos en su reclamación para intentar conseguir la matrícula de honor para su hijo

Juan Manuel Colino Cruz, responsable del Centro Integrado ‘Padre Antonio Soler’ de San Lorenzo del Escorial, conocía perfectamente que la obra musical interpretada por ese alumno tenía una duración muy superior

En la reclamación que presentó ante el director del Área Territorial Madrid-Oeste (DAT) el 13 de junio de este año, afirmó rotundamente que la actuación musical de su hijo excedió de los quince minutos que, en su particular parecer, fijaba la normativa reguladora de la prueba para que el Tribunal pudiera conceder la matrícula de honor a un alumno. Afirmó también que el alumno al que se le concedió no alcanzó tal duración, razón por la cual exigía que le debían quitar la matrícula a este último y dársela a su hijo, según ha podido saber Fuentes Informadas.

Sin embargo, según la información que nos facilitan fuentes de la DAT, en el expediente está contrastado que la interpretación del hijo del director no alcanzó esos quince minutos. Fue inferior.

Pero el director Colino, que conocía esta circunstancia necesariamente, no dudó en afirmar lo contrario en su reclamación, tratando con ello de conseguir tramposamente la matrícula de honor para su hijo.

Además, argumentó que el otro alumno no alcanzó esa duración mínima y que le debían desposeer de la matrícula obtenida.

El director Colino, profesor de Flauta travesera y miembro del Departamento de Viento-madera de ese centro dducativo, conocía perfectamente que la obra interpretada por ese alumno tenía una duración muy superior y sabía también que si su interpretación no duró más tiempo fue porque la profesora pianista que acompañó a ese alumno en la prueba omitió gran cantidad de compases en todas las partes del tutti de la orquesta, añaden las mismas fuentes.

Y agregan: según nos explican, “no tiene sentido que en estas pruebas los pasajes en que solo suena la orquesta se interpreten completos, pues se trata de escuchar al niño con la flauta, no a la profesora con el piano, y por eso se acortan, sin que en esa decisión interviniera ese alumno”. Además, nos dicen, “ese recorte de compases en nada benefició a ese alumno, sino que le perjudicó, pues hizo más difícil su interpretación, ya que tenía menos tiempo para recuperarse, teniendo que tocar mucho más tiempo de manera continuada. Es imposible que Colino desconociera todo esto”.

“Por tanto, el director Colino, en su reclamación, ignoró, a conciencia, cuál era la auténtica razón de la inferior duración de la pieza del alumno que obtuvo la matrícula. También ignoró intencionadamente que la decisión de recortar su duración no fue tomada por él. Y no dudó en utilizar con vileza dicho argumento en su reclamación para tratar de despojarle de su matrícula de honor”, añade.

Conviene no perder la perspectiva y la gravedad de la actuación del director Colino. Recordemos que estamos hablando de niños de muy corta edad.

Además, en dicha reclamación, el director, Juan Manuel Colino Cruz, tampoco dudó en dejar por escrito lo mucho que parece despreciar y subestimar al personal docente interino, pues consideró que la actuación de la entonces jefa de Departamento de Viento-madera, cuando propuso a profesores interinos para integrar el Tribunal de Calificación de la prueba de matrícula de honor, habiendo titulares que también podían integrarlo, supuso un “alarde de profunda incompetencia profesional”, solicitando que se la sancionara.

También dejó por escrito lo que opina de los profesores que integraron el Tribunal de Calificación. Según nuestras fuentes, dice en su reclamación que estos profesionales emitieron un informe “malintencionadamente” y que lo que en él se detalla es “rigurosamente falso”. También dice que mostraron un “desconocimiento total del repertorio de la asignatura” y una ”falta de criterio del tribunal y de su imparcialidad”, solicitando una sanción general a todos quienes “no procedieron con el desempeño de sus funciones y/o responsabilidades” que, por lo que parece, deben ser las de conceder un año tras otro las matrículas de honor a sus hijos.

Los expertos jurídicos a los que hemos consultado nos dicen que resulta muy increíble que una reclamación así haya podido tener ningún recorrido. “Cualquier jurista y también cualquier ciudadano que haya opositado o se haya presentado a un procedimiento de concurrencia competitiva sabe perfectamente que todas las administraciones defienden a muerte las decisiones de sus tribunales calificadores o de selección.

Es prácticamente imposible que en vía administrativa las dejen caer. Solo lo harían en los excepcionales casos en los que el reclamante acreditara la existencia de un error grosero en la conclusión alcanzada, lo que, desde luego, no es el caso”. Continúan señalando que “una reclamación como la presentada por el Director Colino carece totalmente de fundamento y debió ser inadmitida a trámite por la Administración educativa”. Concluyen diciendo que “todo lo que está ocurriendo en torno a esta reclamación huele muy raro, pues se sale claramente de lo que es el proceder habitual de la Administración”.

El director, Juan Manuel Colino Cruz, no solo es un tramposo sin escrúpulos sino que es, además, un profundo irresponsable, pues, a pesar de ser director de un centro educativo, no ha dudado en desprestigiar por escrito a todo un departamento de dicho centro y deslegitimar a todos sus integrantes, fundamentalmente a la entonces jefa del mismo y a los profesores que compusieron el Tribunal de Calificación, a los que injuria gravemente y llega a calumniar, tildándoles de parciales y cuestionando seriamente su profesionalidad. Y todo ello para que, un año más, la tradición familiar no se pierda y sus hijos nuevamente hagan pleno en matrículas de honor.

Si el director Colino ha sido capaz de hacer esto por una irrelevante matrícula de honor, cabe preguntarse qué no será capaz de hacer por otro premio mayor. Los lectores que nos escriben nos están inundando con información relativa a cuestionables becas Erasmus concedidas a sus hijos el pasado curso escolar, sorprendentes cambios en las Jefaturas de Departamentos producidos desde que Colino ha asumido la Dirección del Centro y otros muchos temas sobre los que estamos investigando y contrastando.

Las preguntas que surgen tras lo que acabábamos de relatar son obligadas:

¿De verdad el director del Área Territorial de Madrid-Oeste va a dejar que las trampas y los caprichos de este señor se impongan? ¿De verdad va a permitir que se despoje de una matrícula de honor al alumno que, a juicio unánime del Tribunal de Calificación, ratificado por tres veces, fue el mejor en la prueba para dársela al hijo del director?

¿De verdad no hay entre el personal docente de la Comunidad de Madrid algún profesor con mayor catadura moral, principios éticos y sentido de la responsabilidad y profesionalidad para dirigir ese centro educativo que este señor, que, a la vista está, carece totalmente de ellos?

¿De verdad los alumnos de dicho centro, futuros músicos de nuestro país, pueden desarrollarse plenamente y formarse íntegramente como personas y ciudadanos con este señor en la Dirección de ese Centro Educativo? ¿De verdad todos los alumnos en ese centro educativo, mientras ese señor siga en la dirección, van a tener las mismas oportunidades de formarse?

Las respuestas resultan evidentes.