La música militar que acompasa disciplinadamente los desfiles, conmueve, asegura, dignifica a un País que, exhibe, más que un poderío armamentístico, una organización de voluntades. Antes se llamaba “De la Victoria”, porque Franco había ganado la guerra; ahora, podría llamarse del fracaso en tanto en cuanto el Presidente del Gobierno ha de esconderse inútilmente de los silbidos del personal que va marcando sus pasos. Razones no faltan.
El señor Abascal, que representa a Vox y según las encuestas gana en adhesiones, le ha escrito al Rey una carta disculpándose de no acompañarle en la tribuna de autoridades que jalonan el paso del Ejército. Su determinación parece que está motivada porque alguien podría interpretar su presencia como complicidad de un Gobierno que cada día precisa un nuevo desfibrilador.
…Soy partidario de que las críticas han de hacerse desde dentro, enfrentándolas dignamente. Ocurre lo mismo con los que ofenden a la Iglesia, ajenos a ella. Lo ideal es adentrarse y corregir lo que se pueda, después de corregirse a sí mismos.
Pedro Villarejo