El comportamiento homosexual es una actividad moderada o, incluso, frecuente en el 40% de los mamíferos de un mismo grupo

5 de octubre de 2023
2 minutos de lectura

Un estudio en el que participa la Universidad granadina sugiere que esta conducta sexual juega un papel importante en el mantenimiento de las relaciones sociales y la mitigación de los conflictos

Un equipo de investigación en el que participa la Universidad de Granada (UGR), liderado por la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha llevado a cabo un estudio sobre la evolución del comportamiento homosexual en mamíferos y ha concluido que esta conducta se da con más frecuencia en aquellas especies que interactúan dentro de un mismo grupo, según recoge la UGR en una nota de prensa.

Los resultados, que aparecen publicados hoy en la revista Nature Communications, sugieren que el comportamiento sexual entre individuos del mismo grupo, prevalente en el caso de los primates, juega un papel importante en establecer y mantener sus vínculos.

Los comportamientos homosexuales en mamíferos no humanos, definidos operativamente como “comportamientos transitorios que normalmente se realiza en algún momento de la reproducción con un miembro del sexo opuesto, pero que, en su lugar, se dirige a miembros del mismo sexo”, ha atraído la atención de disciplinas tan dispares como la sociología, la psicología, la zoología, la biología evolutiva o la ecología del comportamiento. Dado que no contribuye directamente a la reproducción, se considera un enigma evolutivo, añade el escrito.

Según los investigadores, el comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo es una tendencia común en los mamíferos, registrado hasta ahora en aproximadamente el 5% de las especies y el 50% de las familias. Además, lo practican con similar prevalencia machos y hembras.

Según los datos actualmente disponibles, no se distribuye aleatoriamente entre los linajes de mamíferos, sino que tiende a ser particularmente prevalente en algunos casos, especialmente en los primates, donde se ha observado en al menos 51 especies, desde lémures hasta simios.

Mientras que en algunas especies esto es algo incidental y sólo ocurre en situaciones muy específicas, en aproximadamente el 40% de las especies el comportamiento homosexual es una actividad moderada o, incluso, frecuente durante la época de apareamiento.

Establecer y mantener vínculos

El estudio ha detectado una asociación significativa, a nivel de especie, entre la ocurrencia de comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo y el comportamiento social, tanto en machos como en hembras, siendo las especies sociales las que mayor probabilidad tienen de exhibir este tipo de interacciones.

Estos resultados apoyan la hipótesis de que esta conducta sexual se ha visto favorecida evolutivamente como una forma de establecer, mantener y reforzar relaciones sociales que pueden aumentar los vínculos y la alianza entre miembros de un mismo grupo.

“Nuestro estudio sugiere que el comportamiento sexual entre individuos del mismo sexo exhibido por mamíferos no humanos, más que un comportamiento aberrante o maladaptivo, es una adaptación que juega un papel importante en el mantenimiento de las relaciones sociales en ambos sexos y la mitigación de los conflictos principalmente entre machos”, indica José María Gómez, autor principal de este estudio e investigador del departamento de Ecología Funcional y Evolutiva de la EEZA-CSIC.

Este análisis comparativo filogenético también ha hallado una relación entre esta conducta sexual y la violencia intrasexual, en este caso solo para machos. Las especies cuyos machos son más violentos tienen mayor probabilidad de que dichos machos exhiban este comportamiento sexual durante algún momento de su vida.

«Según los datos disponibles, este comportamiento no se distribuye aleatoriamente entre los linajes de mamíferos, sino que tiende a ser particularmente prevalente en algunos grupos, especialmente en los primates, donde se ha observado en al menos 51 especies, desde lémures hasta simios», resalta Adela González, coautora del estudio e investigadora de la Universidad de Granada (UGR), concluye la nota.

«Como es el caso para la mayoría de rasgos, la evolución nos ha dejado un rastro de valor incalculable para entender ese comportamiento en la naturaleza», afirma Miguel Verdú, del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CSIC-Universidad de Valencia-Generalitat Valenciana).

En este estudio ha participado la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC) junto a la Universidad de Granada (UGR) y el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto entre el CSIC, la Universitat de València (UV) y la Generalitat Valenciana (GVA).

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