Hoy: 7 de noviembre de 2024
Un estudio reciente revela que casi uno de cada cuatro niños en España, el 24,7% de los menores de entre cinco y 18 años, ha sufrido acoso escolar, un porcentaje que ha aumentado ligeramente en comparación con el año pasado. Este informe, elaborado por Totto y Educar es Todo, ha encuestado a 1.732 menores, padres y docentes para profundizar en la percepción y causas del bullying en el entorno escolar.
Según el informe, una mayoría significativa de padres (tres de cada cinco) opina que la responsabilidad del acoso recae en gran medida en ellos mismos, atribuyéndolo a la educación en empatía y respeto que transmiten en casa. Los padres consideran que una mayor implicación en la enseñanza de estos valores podría ayudar a reducir los casos de bullying.
El estudio también destaca que el 40% de los niños ha sido testigo de algún tipo de acoso en su entorno. Sin embargo, más de un 46% de ellos opta por no intervenir y mantenerse al margen, una actitud cada vez más común que preocupa a padres y educadores por el posible efecto de indiferencia hacia el problema.
En cuanto a las posibles soluciones, tanto padres como docentes coinciden en que establecer protocolos claros para la detección temprana y actuación ante el acoso es fundamental. Además, sugieren implementar programas preventivos y fomentar el diálogo y la comprensión de las causas que motivan el comportamiento de los acosadores, con el fin de frenar el acoso antes de que ocurra.
Otro punto relevante es el papel del apoyo recibido por los niños acosados. La mayoría indica haber recibido ayuda de sus padres (86,4%) y amigos (65,4%), mientras que el apoyo de las instituciones educativas y profesores ha sido menor, evidenciando una falta de respuesta por parte del entorno escolar que preocupa tanto a las familias como a los propios estudiantes.
Además, la irrupción de la inteligencia artificial (IA) plantea nuevos retos para la seguridad de los menores. Un alto porcentaje de padres y docentes teme que la IA aumente el riesgo de ciberacoso, especialmente si los menores la utilizan sin supervisión. Esto ha generado un debate sobre su integración en las aulas, ya que muchas familias consideran que ni los profesores ni las instituciones están preparados para un uso responsable de esta tecnología.