El tramadol es uno de los medicamentos más utilizados para aliviar el dolor crónico. Actúa sobre el sistema nervioso, ayudando a reducir la sensación de dolor y la incomodidad general. Según la Clínica Universidad de Navarra, se emplea principalmente para dolor moderado a severo.
Su funcionamiento es doble. Por un lado, se une a los receptores opiáceos del cerebro y la médula espinal. Por otro, modula cómo el sistema nervioso interpreta las señales dolorosas. Gracias a esto, muchas personas sienten un alivio temporal.
Sin embargo, recientes investigaciones han puesto en duda su efectividad real. Un estudio publicado en BMJ Evidence-Based Medicine analizó 19 ensayos clínicos con más de 6,500 personas con dolor crónico, incluyendo osteoartritis, neuropatía diabética y dolor lumbar. Los resultados muestran que, aunque el tramadol reduce el dolor, el efecto es pequeño. En la escala numérica del dolor, la mejora fue inferior a un punto, lo que podría no ser suficiente para que muchos pacientes perciban un alivio real, según el Excelsior.
El tramadol no está exento de efectos secundarios. Los más comunes incluyen náuseas, mareos, somnolencia y estreñimiento. Algunos pacientes deben interrumpir el tratamiento por estos síntomas. Más preocupante aún, el estudio detectó que duplica el riesgo de eventos graves, como problemas cardiovasculares o posibles neoplasias.
El uso prolongado también puede generar tolerancia y dependencia física. Suspenderlo de golpe puede causar efectos adversos. Por eso, expertos como Mayo Clinic recomiendan tomarlo siempre bajo supervisión médica, con dosis individualizadas. Se debe informar al médico sobre otros fármacos que se consuman y vigilar cualquier señal de alerta, como dificultad para respirar o cambios mentales.
El tramadol puede ser útil cuando otros analgésicos no funcionan y existe un seguimiento médico cercano. Sin embargo, personas con enfermedades cardíacas, hepáticas, renales, epilepsia, historial de adicciones o edad avanzada deben evitarlo o usarlo con extrema precaución.
Existen alternativas para manejar el dolor crónico. Los antiinflamatorios no opioides o el acetaminofén son opciones más seguras. También ayudan la fisioterapia, ejercicios adaptados, yoga, meditación y cambios de estilo de vida. Apoyo psicológico y hábitos saludables pueden mejorar la calidad de vida de quienes sufren dolor crónico.
En definitiva, el tramadol puede aliviar el dolor, pero sus beneficios son modestos y vienen con riesgos importantes. Su uso requiere evaluación cuidadosa, supervisión médica y consideración de alternativas menos peligrosas para cada paciente.