Después de su regreso al catolicismo, Cézanne quiso reflejar en el trasluz de sus lienzos la presencia de Dios. Solía decir que él, cuando pintaba algún objeto que pudiera compararse con la naturaleza; un árbol, una flor, una montaña… ponía el lienzo frente al natural y, si desentonaba, no seguía adelante con su obra.
El disparate es lo que desentona. Y sería bueno que hoy, con tanto coleccionismo, hubiese alguien que eligiese acopiar en un diccionario los disparates que nuestro sociedad nos ofrece. Para empezar, regalo algunos.
-Disparate es pretender que en la Unión Europea se imponga el catalán como una bandera común de entendimiento. La diplomacia alemana ha manifestado que empezarán a considerarlo, a ver si se callan de una vez los pretenciosos.
-Disparate es gobernar tres años seguidos sin presupuestos, subrayando que los culpables de todo son las derechas y sus extremos. Si ganan el Gobierno los que no están, nos enteraremos de lo que vale un peine… No será ese peine peor que la peineta sufrida hasta la fecha… Más. Más disparates, pero no me caben en la brevedad de estos artículos.
Pedro Villarejo