Hoy: 23 de noviembre de 2024
Unos 750.000 individuos en España se ven afectados por el trastorno bipolar, una condición que conlleva limitaciones significativas en su vida diaria y en la de su entorno. Debido a estas características distintivas, los especialistas enfrentan un desafío considerable al diagnosticar el trastorno bipolar, ya que puede ser confundido con la depresión. Según los expertos, los pacientes suelen buscar atención médica durante los episodios depresivos, lo que dificulta la identificación de los episodios de exaltación.
Así lo ha explicado el médico especialista en tratamiento de adicciones y salud mental y fundador del centro especializado en este tema Más Ferriol, Xabier Fábregas, durante una entrevista con Europa Press en la que ha asegurado que es un trastorno difícil de diagnosticar, llegando a tardar una media de 16 años en lograr un diagnóstico de bipolaridad porque “muchas veces el paciente solo va a consulta cuando está deprimido y durante muchos años han sido tratados como depresivos”.
Por ello, el experto ha incidido en que, para que se trate de un trastorno bipolar “tienen que coexistir” las dos fases: depresiva y de exaltación y, aunque averiguar esto no es fácil, no equivocarse en el diagnóstico es clave ya que el tratamiento y el pronóstico son diferentes.
“Es muy fácil confundirlo con una depresión al uso porque solamente aprecias los síntomas de esa persona que está baja de estado de ánimo con la sensación de que todo es una ruina y con pensamientos recurrentes de suicidio”, ha detallado.
Sin embargo, cuando se trata de un trastorno bipolar, estos episodios depresivos se alternan con otros momentos donde el estado de ánimo está “por encima de lo que sería normal” con unos síntomas muy característicos como: “una energía desbordante, un hablar descontrolado incluso explicando cosas que serían íntimas a personas desconocidas, un gasto excesivo de dinero, dormir muy pocas horas y despertarse con la sensación de que no estás cansado a pesar de haber dormido tres horas, la hipersexualidad, etc”.
Por tanto, para diferenciar este trastorno de una depresión, el doctor Fábregas ha apuntado a la necesidad de “hacer un recorrido histórico” del paciente para “averiguar si ha tenido otros momentos de exaltación del estado de ánimo que quizá no había detectado pero que sí lo ha hecho la gente de su entorno”. “No nos podemos quedar con lo que te cuenta el paciente de lo que está viviendo en ese momento porque solamente acude cuando está en fase depresiva porque cuando está arriba ni se le pasa por la cabeza ir al médico porque está encantado de la vida”, ha afirmado.
Además, tanto los episodios depresivos como los de exaltación no duran solo un día, sino que duran varios días e, incluso, varias semanas. “Por eso lo podemos diferenciar, porque a veces hablamos de que estoy depresivo o estoy maniaco, cuando en realidad no estamos en una situación que corresponde exactamente a esto, sino que estamos hablando de episodios, es decir, de varios días seguidos donde ese estado de ánimo, sea para arriba o para abajo, se mantiene”, ha señalado el doctor Fábregas.
“En el caso de las fases maniacas los episodios pueden durar un máximo de dos o tres semanas y, en las fases depresivas, se puede dar incluso un poco más”, ha detallado.
Según ha explicado el experto, dentro de un trastorno de bipolaridad existen dos tipos. En primer lugar está la bipolaridad tipo uno, donde se alterna un episodio depresivo claro con una fase maniaca, que es lo que antes se llamaba “psicosis maníaco-depresiva porque se parecía o estaba en el mismo epígrafe que la psicosis, que las esquizofrenias, y hoy en día está encuadrado en lo que serían trastornos del estado de ánimo”.
Y, en segundo lugar se encuentra la bipolaridad tipo dos, que es un poco menos intensa y se llama “hipomanía”, es decir, serían los mismos síntomas, pero “más atenuados”, hecho que dificulta aún más el diagnóstico porque “pasa más desapercibida”.
Los trastornos de bipolaridad se pueden padecer por diferentes causas pero, “como todas las enfermedades mentales, hay un tanto por ciento de carga hereditaria”, por lo que siempre hay que explorar la genealogía del paciente e intentar descubrir si en su entorno ha habido personas que tenían también síntomas parecidos.
No obstante, el doctor Fábregas ha señalado que, en muchas ocasiones, “no se conoce el origen” ya que no se encuentra esa referencia familiar y, por tanto, “se tiene que plantear que es una cosa sobrevenida como puede ser el hecho de tener también, por ejemplo, una depresión o una crisis de ansiedad y estaría relacionado con el estrés, con situaciones vitales límite, con el abuso de sustancias, etc”.
“Esto serían factores desencadenantes de algo que probablemente ya estaba ahí, pero que se manifiesta a partir de esa presión puntual, de esas situaciones de descompensación”, ha afirmado.
Una vez diagnosticado el trastorno bipolar, el paciente debe ponerse en manos de un especialista en Psiquiatría, entre otros, y comenzar un tratamiento farmacológico que, probablemente, sea para toda la vida pero, ¿se puede curar un trastorno psicológico? La respuesta es que, a día de hoy, no se conoce que tenga una curación completa, pero sí hay muchos pacientes que llegan a una situación de “compensación” en la que pasan años sin ningún episodio bipolar, tal y como ha detallado el doctor Fábregas.
“Hay pacientes que han pasado años sin ninguna crisis, por tanto, no sabemos decir si ya está curado o si con las circunstancias externas complicadas se volverá a descompensar. Pero la experiencia clínica demuestra que hay personas que pueden estar muchos años absolutamente estabilizados a partir de que se ha encontrado esa medicación adecuada. Por eso es importante aplicar el tratamiento lo más rápido posible, porque va a evitar esas situaciones conflictivas que son muy negativas tanto como para el propio paciente como para la gente del entorno”, ha aseverado.
El tratamiento consiste en dos fases, la fase aguda cuando la persona está pasando por un episodio y está “totalmente descompensada”, que en ese caso se le aplican antidepresivos si es un episodio depresivo o antipsicóticos si es un episodio de exaltación. Y, una vez se ha conseguido la compensación del estado de ánimo, comienza la segunda fase, que consiste en un “tratamiento preventivo” con medicamentos que protegen de tener una nueva descompensación.
Las personas con trastorno bipolar son siete veces más propensas a desarrollar trastornos por uso de sustancias en comparación con aquellas que no tienen este diagnóstico, siendo el alcohol la sustancia más comúnmente consumida, seguida por la marihuana/cannabis, la cocaína y los opioides.
Este hecho se conoce como “patología dual”, que es la combinación de un trastorno psiquiátrico con un uso de sustancias, según ha explicado el doctor Fábregas,remarcando que los abusos de sustancias pueden ser consecuencia de esa descompensación o pueden ser provocadores de un nuevo episodio”.
“Identificamos que hay una persona que a partir de un consumo pues ha tenido la primera manifestación de un trastorno psiquiátrico, y al revés, que muchas veces puede ser consecuencia de esto. Los momentos en los que se considera que los consumos de drogas son la culpa de todo muchas veces esconden esos trastornos de base”, ha concluido.