A la mayoría de los muertos se les queda una cara de satisfacción que invita por eso a repetir la frase conocida: Descanse en paz. A los muertos se les pone cara de estar muy a gusto y no querer despertarse porque, cuando se sueña felicidad, nadie quiere abrir los ojos para encontrarse con tanta miniatura de deshechos. Sólo se puede descansar verdaderamente a la salida de este mundo donde el desasosiego es apenas un signo en el gran ensayo de Pessoa.
Mientras gozamos de esta vida, recomiendan los psicólogos y el sentido común, hay que buscar espacios y tiempos para el descanso. Con más razón aquellos que esgrimen altas responsabilidades y han de buscar cada día nuevas mentiras para resolverse. ¡Mentir cansa tanto!, que no bastan tres semanas mirando al mar para encontrar en la navegación del agua nuevas formas de engaño, dislates que sólo creen ya los pesebristas mientras haya grano en las despensas.
Comprendo tal modo de descanso que sus bolsillos agradecen cuando el chófer está a la puerta, la seguridad tomando a deshora bocadillos y los frigoríficos a rebosar de surtidos abundantes. A la noche, sólo la luna palidece ante la grosería del desahogo.
Pedro Villarejo