La inflamación crónica es una condición silenciosa pero peligrosa que puede derivar en enfermedades graves como problemas cardíacos, diabetes, artritis o incluso cáncer. A diferencia de la inflamación aguda —que es temporal y parte del proceso de curación del cuerpo—, la inflamación crónica se mantiene en el tiempo y daña tejidos sin manifestar síntomas evidentes hasta que hay complicaciones serias. Estudios recientes señalan que uno de los factores más subestimados en su desarrollo es la salud de las encías, según informa El Tiempo.com.
Una de las principales fuentes de inflamación crónica es la periodontitis, una enfermedad de las encías común pero muchas veces ignorada. Entre sus síntomas se encuentran el sangrado de encías, mal aliento o dientes flojos. Más allá de los efectos locales, la periodontitis puede facilitar que bacterias pasen al torrente sanguíneo, generando una respuesta inflamatoria generalizada que incrementa el riesgo de dolencias como infartos, demencia o partos prematuros.
La buena noticia es que prevenir esta inflamación comienza con una correcta higiene bucal. Cepillarse los dientes dos veces al día, usar hilo dental o cepillos interdentales y evitar el sangrado de encías son acciones fundamentales para frenar el paso de bacterias al resto del cuerpo. El cuidado bucal no solo mantiene la boca sana, sino que puede tener un impacto positivo en todo el organismo.
Además de la salud bucal, el estilo de vida juega un papel esencial. Una dieta rica en alimentos antiinflamatorios —como verduras de hoja verde, crucíferas y antioxidantes naturales— ayuda a reducir los niveles de inflamación. También es importante consumir probióticos y prebióticos para fortalecer la microbiota intestinal, clave en la regulación inmunológica del cuerpo. En paralelo, se deben evitar los ultraprocesados, el azúcar en exceso, el alcohol y el tabaco.
Por último, mantenerse físicamente activo, dormir bien y controlar el estrés son hábitos que complementan este enfoque integral. La inflamación crónica no solo puede prevenirse, sino también revertirse en muchos casos con cambios sostenidos en la rutina diaria. Y todo puede comenzar con algo tan básico como cuidar de tus encías.