Nadie se imaginaba cómo teniendo unos servicios de limpieza en todas esas ciudades y pueblos de todo un país, estos puedan aparecer a los ojos de sus habitantes y de los visitantes sucios y descuidados.
No solo es la basura, también la inseguridad y el descontento por las mentiras de unos dirigentes que cada vez nos pretendían separar más de ser un país basado en la unidad y el orgullo, siendo fieles a esa historia de nuestros antecesores que nos hizo grandes a los ojos del mundo.
Hoy no podemos decir lo mismo. Los camiones de la basura se mueven en muchas comunidades, la recogen, pero hay demasiada y se mezcla sin separarla y crece, como las raíces de un árbol centenario, contagiando a municipios. Pero llegará ese día en que un grupo de amantes de la limpieza, la verdad y el amor a su tierra, y que a pesar de vivir en su querido país, ya desprestigiado y empobrecido por la avaricia de grupos sin conciencia, lograrán el milagro de hacer revivir la antigua grandeza de esta, nuestra tierra, para que vuelva a ser lo que fue.
Nuestros impuestos decían que eran para cubrir todos esos menesteres y así poder vivir con una higiene moral que es muy necesaria para nuestras conciencias y formas de vida.
Cuando la basura y la porquería deja de ser lo que es, y ni siquiera se nombra, ¡muy mal vamos!
Además del miedo que invade a muchas familias por los robos en viviendas y las ocupaciones ilegales, y teniendo además que pagarnos la seguridad que el gobierno no nos proporciona con unas leyes demasiado permisivas, es difícil poder vivir en paz.
Pero por lo que se ve, se siente y se huele, no se puede engañar de ninguna manera hoy por hoy.
Disfrazar las palabras, tergiversar términos y hacernos ver lo negro blanco ya no sirve para engañar.
Otorgaban puestos de trabajo que no les correspondía y no cumplían con él como debían, cobrando a costa del pueblo silencioso, ese al que le cuesta llegar a fin de mes y que un día creyó en ellos, ¡hoy los detesta!
La gente indolente y pasota no quiere saber, pero muchos llegaron a esos puestos con la única idea de medrar sin conciencia, únicamente para enriquecerse.
La mayoría somos ciudadanos que estamos comprometidos con nuestros deberes y pagamos nuestros impuestos sin rechistar, mientras otros se enriquecen a nuestra costa.
Es muy hiriente para quien lucha día a día para poder vivir que tenga que enterarse demasiado a menudo de casos de latrocinio indecente con sus correspondientes despilfarros lúdicos y que estaban contratados por entidades que vendían un prestigio inmaculado.
La buena gente, ya no cree… ¡En ninguno! Tendrán que esforzarse mucho para poder confiar de nuevo
en esos que juran o prometen.
¿La transparencia prometida se cumple? Para poder creer en ellos se lo tienen que ganar y es así como la ciudadanía les pagaría dándoles su confianza.
Un gran grupo de decepcionados por los suyos a los que dieron su voto hoy se estremecen ante el vergonzoso espectáculo que estos están dando mientras Europa está expectante… ¿Esperando más descalabro?
NECESITAMOS VOLVER A TENER ESPERANZA EN UN TIEMPO MEJOR.
Nosotros, los mayores, YA NO LO VEREMOS.
¡POR NUESTROS NIETOS LO EXIGIMOS!