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Carta a un presidente adicto al poder sin una pizca de autocrítica

Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, a su llegada a una reunión con los diputados y senadores socialistas, en el Congreso

Lo del presidente en funciones Pedro Sánchez me recuerda a la madre que veía a todos desfilar con el pie cambiado y su hijo iba de cine. Desde que comenzó la legislatura que acaba de cerrar con el desastre electoral socialista, Sánchez siempre se ha visto como el rey del desfile y se mostraba convencido de que todos estaban equivocados.

Todos menos él, claro, que debe cantarse por las mañanas “que guapo soy qué culito tengo”. Por eso en su primer análisis tras el 28M tras reunirse en el Congreso con los diputados y senadores socialistas para hacer balance de la legislatura y preparar al partido ante las elecciones generales anticipadas, que ha convocado para el próximo 23 de julio, el dirigente socialista no ha hecho ni una pizca de autocrítica, ni una palabra para pedir perdón por los errores cometidos, ni una disculpa a quienes haya podido molestar.

Al contrario, se ha lanzado al ataque con amenazas de que viene la “derecha extrema y la extrema derecha”, que le debe parecer un gracioso juego de palabras que suena bien como eslogan y por eso lo repitió hasta en cinco ocasiones en su discurso.

Alerta así de que el PP y Vox se entiendan y puedan formar gobierno, y dejó claro que no ve en el veredicto de las urnas un castigo comprensible de los ciudadanos, sino el resultado de una ola «reaccionaria» alentada por los poderes económicos y mediáticos.

Agita así el presidente en funciones el miedo a la derecha y amenaza y asusta él, que ha pactado con la extrema izquierda y la izquierda extrema para formar Gobierno y mantenerse en él.

Asusta a la sociedad él, que ha se ha apoyado con los abertzales terroristas, algunos con delitos de sangre, a los que ha dado alas para que consigan más que excelentes resultados en estas elecciones, y se proyecten ya como una fuerza política independentista en el País Vasco que promete dar muchos dolores de cabeza a la Constitución y la unidad española. Ya lo ha adelantado Otegi, el líder de EH Bildu.

Asusta y amenaza el mismo que modificó las leyes a contrarreloj, y en contra de la opinión de la Justicia española, para acabar o suavizar con los delitos de malversación o sedición para favorecer el indulto y la excarcelación de los independentistas catalanes que se burlaron de este país y, lo que es peor, siguen haciéndolo cuando se permite que el castellano y la historia de España se vea en Cataluña como los ‘enemigos de la futura república”.

Agita el miedo a la derecha el mismo político que permitió que más de mil agresores sexuales salieran de prisión o se beneficiaran de rebajas en sus condenas por aguantar durante meses una ley de ‘sólo sí es sí’ impuesta por sus socios de Podemos y por una ministra a la que no pudo destituir o, tal vez vez, no quiso, cuando reformó la ley por la enorme presión social.

Asusta el dirigente socialista que ha compartido sillones en el Consejo de Ministros con ministras que insultaban a los grandes empresarios de este país y los mayores creadores de empleo, o las que acusaban a los jueces de no hacer justicia insinuando que lo hacían a sabiendas. Las mismas que se han negado a que España envíe armas a Ucrania para defenderse de Putin.

Por Dios, señor Sánchez, un poquito de por favor. Córtese hombre y haga autocrítica porque a lo mejor los españoles no piensan como usted y pueden atreverse a pensar y sentir de manera diferente y creer que todas esas cosas que usted ha hecho y ha defendido son una cagada, y que se trata de políticas que no han respetado a las víctimas, como su silencio atronador durante tres días antes de rechazar la inclusión de terroristas en las listas de Bildu, o la identidad de España.

Usted ataca con dureza para defenderse, pero a lo mejor no estaría mal que se lo haga mirar y oiga lo que le han dicho millones de españoles este 28M: que lo que hace usted no gusta. Sí, usted, que es a quien ha castigado el electorado y no tanto al PSOE, aunque haya sufrido daños colaterales considerables.

Decía usted ayer que “ningún líder que merezca serlo puede mirar para otro lado cuando los suyos sufren castigo tan inmerecido e injusto” en una extraña justificación del adelanto electoral de las generales. Ya le adelanto que en esta legislatura se han hecho cosas memorables, como la subida del SMI, el ingreso mínimo vital, la Ley de Vivienda (con muchos matices) o la subida de las pensiones.

Sí, se han hecho cosas dignas de reconocer y aplaudir, pero en la otra cara de la moneda aparece la mancha de su enorme ego y el rostro de un político que ha cruzado líneas rojas en apoyos y alianzas con tal de mantenerse en el poder y, ni en política ni en la vida, el fin justifica los medios. El maquievelismo que se ha dado en llamar ‘sanchismo’ es una forma de hacer política que se ha ganado la antipatía y el rechazo de buena parte de la sociedad y se lo ha dicho a costa de buenos alcaldes que no ha ganado por su culpa.

En su primera arenga mitinera exige a la sociedad española que se aclare en el modelo político que quiere para este país. “Toca aclarar las cosas y saber qué es lo que queremos como sociedad. A qué se parece más España”, ha dicho Sánchez, al que una parte de la sociedad española seguro que le pide a él que aclare si después del 23J renovaría la alianza con la izquierda extrema o la extrema izquierda, y buscaría los apoyos de los separatistas vascos y catalanes.

El presidente en funciones asusta con Vox y ya le adelanto que no comparto ni de lejos postulados de esta formación en relación con la mujer, el cambio climático, los toros y hasta con sus dudas sobre las vacunas en la epidemia de la covid, entre otras cosas. Pero le advierto que esta proclama de ‘vienen las derechas’ quizás no sea una buena estrategia cuando el partido de Abascal ha sumado un millón de votos más que en los comicios anteriores.

Tal vez las derechas no asusten tanto como pretende Sánchez. Es más, en algunas cosas asusta más el presidente en funciones del Gobierno con su política asociada y sumisa a los radicales y a los independentistas.

Y haga autocrítica hombre, que está bien reconocer los errores para que brillen los aciertos y sepa que con la soberbia no se va a ninguna parte. Bueno sí, a una noche aciaga el 28M. A ver qué pasa con las calores de julio.

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