Hoy: 28 de febrero de 2025
Los neurocientíficos han resuelto el misterio de la localización de fuentes de sonido bajo el agua, ausente en los humanos, describiendo el mecanismo auditivo de un pez diminuto en la revista Nature, según informa Europa Press.
Cuando se está bajo el agua, los humanos pueden determinar de dónde proviene un sonido. El eco viaja allí unas cinco veces más rápido que en la tierra. Eso hace que la audición direccional, o localización del ruido, sea casi imposible porque el cerebro humano determina el origen analizando la diferencia de tiempo entre su llegada a un oído y al otro.
Los estudios de comportamiento de los neurocientíficos demuestran que los peces pueden localizar fuentes de sonido como presas o depredadores. Danionella cerebrum es un pez que mide unos 12 milímetros y es nativo de los arroyos del sur de Myanmar.
Danionella tiene el cerebro vertebrado más pequeño conocido, pero aún así muestra una serie de comportamientos complejos, incluida la comunicación por sonido. Eso, y el hecho de que los científicos pueden ver directamente dentro de su cerebro (la cabeza y el cuerpo son casi transparentes), lo hacen interesante para la investigación del cerebro.
El profesor Benjamin Judkewitz, neurobiólogo de Charité—Universitätsmedizin Berlin, y su equipo utilizan a los diminutos peces como una ventana a cuestiones fundamentales, como la comunicación entre las células nerviosas.
Su trabajo más reciente está dedicado al desarrollo del sentido del oído y a la cuestión, que lleva décadas en pie, de cómo los peces pueden localizar una fuente de sonido bajo el agua. Los modelos de audición direccional de los libros de texto anteriores no son suficientes cuando se aplican a entornos submarinos.
Desde el canto de las ballenas hasta el trino de los pájaros o un depredador acechando a su presa, cuando el sonido se emite desde una fuente, se propaga al medio que la rodea en forma de oscilaciones de movimiento y presión. Esto se puede sentir incluso colocando una mano sobre el cono de un altavoz.