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¿Globalización así?

¿Globalización así?. | Flickr

JUAN DE JUSTO RODRÍGUEZ

Asistimos impasibles e incluso aplaudimos a quienes insisten en amortizar, más que amortizar desactivar en general, a todos aquellos mayores de 50 años, incluso menos, venimos a considerarles incapaces de trabajo alguno, les llamamos “viejos”, les negamos el trabajo y por ende, su propia autonomía y ello sin ninguna contraprestación que les pueda permitir una vida normal.

A estas personas, condenadas a vivir con sus padres o abuelos, en el mejor de los casos, se les niega una vida de persona pero la sociedad, amordazada por sus propias contradicciones nacidas de la utilización abusiva de las llamadas “redes sociales“ algo que podría ser una gran ayuda para la mejor y mayor difusión de la cultura se ha transformado en un monstruo capaz de acabar con las relaciones sociales, con la imaginación, con nuestra capacidad de decisión, nuestra voluntad se ha convertido en el objeto de manipulación de unas monstruosas técnicas que han conseguido someternos, eso sí, de vez en cuando se nos permite algún que otro leve acercamiento al fondo de nuestra mente a través de una conversación que, en su punto más interesante es interrumpida y frustrada por un desagradable sonido de uno de esos aparatos que todos llevamos encima.

Mientras el mundo actual continua acorralándonos, sometiéndonos a una dictadura intelectual que ha sido capaz de esterilizar al libre pensamiento, de cerrarlo con las nuevas tecnologías, de cercarlo con leyes absurdas o, como venimos exponiendo, borrarlo a través de la eliminación social de las personas en edad de ser capaces de pensar libremente y por ello, de someter a critica cuanto a nuestro alrededor se desarrolla; pero esta posibilidad de libre pensamiento, sin duda enriquecedora, se ve acorralada por la acuciante necesidad de cubrir unos mínimos para la existencia y esto desactiva totalmente cualquier posibilidad de pensamiento que pueda poner en cuestión el trabajo de ese ignoto “gran hermano”.

La utilización demagógica y pobretona, carente de base intelectual, carente hasta de una semántica que consiga atraernos, se hace fuerte entre la sociedad al completo y, principalmente, entre aquellos más vulnerables a la influencia foránea, aquellas mentes en formación que pudieran ser capaces de una posible revolución intelectual capaz de situar el mundo en el lugar que le pertenece, de influir positivamente en el entendimiento de los seres sociales, de eliminar las verdaderas barreras que nos separan y que no son otras que las derivadas de la educación desde el momento de nuestra venida a la sociedad hasta nuestra integración en ella, educación que, de ser igualitaria, rompería cualquier barrera pero eso tendría como consecuencia la desaparición de aquello que permite al siempre presente “capitalismo feroz” mantener aquella división que le permite su victoria.

No seamos demagogos, no nos dejemos llevar por esos profetas deseosos de cumplir su plan de vida a costa de nuestra ignorancia, no dejemos de exigir hechos, las palabras resultan fáciles de emitir e incluso de plasmar en un papel pero son los hechos los que necesitamos ver realizados.

Pero la realidad y el día a día son tozudos y cada día nos levantamos con algún entretenimiento que va a condicionar nuestro devenir en él, las noticias, las informaciones que recibimos, siendo importantes, no son más duras que la cotidianidad de muchos trabajadores de más de 45 años que contemplan el sufrimiento de sus familias, las guerras, las corrupciones asentadas, los cotilleos sociales, quedan lejos de las vivencias de un cabeza de familia que desconoce si hoy sus hijos tendrán suficiente alimento o, al menos, lo suficientemente nutritivo para su normal desarrollo, eso si, podrá contar con todo tipo de medios audiovisuales donde verá las más bellas mujeres, los más esculturales cuerpos masculinos, el consumo sin control, los lujosos vehículos, las grandes mansiones y mientras tanto, en múltiples viviendas, la pobreza energética, la carencia nutricional, la miseria educacional, en fin la cada vez más notable brecha que se abre entre seres humanos por el mero hecho de no ser beneficiarios de una sustanciosa herencia o de un buen bagaje cultural, cada vez más alejado de las posibilidades económicas de muchos. Sobre todo esto hablaremos en otra ocasión pues realmente necesita de un análisis pormenorizado y seriamente trazado.

Hoy, mientras desayuno con tranquilidad a tempranas horas del día, me puedo permitir este ratito de agradable escritura, me permito el gran lujo de volcar mis inquietudes sobre un papel a la vez que saludo a los afortunados que a estas horas se disponen a tomar su desayuno antes de comenzar su jornada laboral, muchos contentos, otros no tanto ante la incertidumbre sobre la que nos encontramos asentados en cuanto a nuestras posibilidades laborales.

Muchos son los problemas que una sociedad como la que hemos construido arrastra y por ello muchas han de ser las soluciones que nuestras clases dirigentes han de buscar, pero ¿serán capaces? Y cuando digo capaces lo digo con la absoluta certeza de una respuesta negativa, no olvidemos que esos dirigentes han salido de entre nosotros y cuentan con las mismas virtudes y los mismos defectos, pero ellos los exhiben sin pudor y vemos como son incapaces de llegar a un entendimiento, premisa de una búsqueda de soluciones.

Mientras todo se limite a un “y tu más…” no habrá solución apta el común de los mortales.
Pero me he desviado un tanto de mi interés principal hoy, los mayores de 45 años objeto de desprecio y menoscabo, necesitados de un recuerdo y de auxilio por parte de quienes dirigen mediante la implantación de normas que obliguen a su recuperación, que castiguen su discriminación y que ayuden a utilizar su experiencia a favor de la sociedad a la vez que se evitan tantos problemas de enfermedad mental como los que estamos sufriendo, la inmensa mayoría consecuencia de la dificultad del mantenimiento de una vida digna, de una vida con solución de futuro, de una vida de apoyo a la familia entendida como el núcleo central de la sociedad.

Pero forzosamente hoy soy pesimista con el devenir del mundo, en España un Presidente se entrega a quienes han vertido sangre de nuestros hermanos y lo justifican diciendo que de esto hace ya más de trece años pero que de la guerra civil fratricida española, como solo han pasado 85 años hay que hacer una revisión profunda y si llega el caso, fusilar a todos aquellos intervinientes que midan más de un metro, Donald Trump trabaja en una hamburguesería e insulta a su oponente en la campaña de las elecciones presidenciales de EE UU, continua una guerra de cobertura de las miserias humanas de Netanyahu, Irán y sus palmeros amenazan con aniquilar a todos los que no piensen como ellos, la civilizada Europa crea campos de concentración para determinados inmigrantes, en África el genocidio campea a sus anchas, en América del Sur florece la injusticia y el desprecio por los derechos humanos encubriéndolo con las maldades de los colonizadores y terminamos con una precioso propuesta de una llamada izquierda en España, romper relaciones con Israel e intervenir en la propiedad privada, ni una palabra de nadie en relación con los trabajadores mayores de 45 años, ni una palabra de mejora de la educación, ni un recuerdo para los jubilados, ni una menciona la unidad de la nación española desde su diversidad mediante el entendimiento y la acción sobre la educación ciudadana.

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