Hoy: 9 de septiembre de 2024
Aquella mujer permanecía impasible en su mesa. El bullicioso escándalo de la clientela no le apartaba de su objetivo, que era ninguno. Ya estaba allí cuando llegamos y se quedó en el mismo lugar cuando nos fuimos.
Nos observaba tétricamente, con seriedad no fingida, sin poder determinar la causa de su interés. El resto simulábamos no verla, pero sin duda determinaba nuestra conducta, que perdía su naturalidad.
A veces distraídamente, y con cualquier pretexto, me situaba a su lado. Ella abstraída no parecía darle importancia.
A ese o a cualquier otro efecto no se inquietaba en absoluto. Intuí un block de notas, embarrado con un lenguaje ininteligible y tan difícil de descifrar como sanscrito antiguo.
Costaba imaginar qué pensaría de lo que sucedía a su alrededor y de qué forma lo acabaría fijando en su impía hoja. Fijos en ella todos procurábamos pasar desapercibidos no fuera que nos inmortalizara en cualquiera de sus notas o que acabara revelando algo de nosotros que debería permanecer oculto.
Insensato, y tan imprudente como un catador de venenos, bajo el temor de todos, un individuo normalizado se acercó a ella y con mano extendida le entregó lo que parecía ser un óbolo o moneda.
Pensamos, entonces, que tal vez sería la recaudadora de Caronte ofreciendo el boleto para el último viaje. Ella afectuosamente, y de vuelta, con franca sonrisa le entregó un décimo de la Once.
Se entregaría a Teresias y entre ciegos anda el lío y seguro que Zeus está cerca
Buenas tardes D.José, un excelente articulo el que ha escrito, me ha gustado porque me ha hecho pensar y me gusta pensar sobre lo que leo, por eso lo he leído varias veces, y he llegado a la conclusión de que el mundo sería mucho mejor si al mirar a las personas también las viéramos, para así poder juzgarlos por lo que son y no por lo que aparentan ser. Me ha encantado, si fuera torero se habría ganado una vuelta al ruedo y salida en hombros. Esperare impaciente su próximo escrito. 👏👏👏👏.