Audio. El último verano…

1 de octubre de 2023
2 minutos de lectura
El último verano. Estábamos en el mes de junio, nerviosos por el fin de curso y deseosos de vivir las vacaciones. El colegio había terminado hacia unas semanas y nos sentíamos muy felices.
Una familia de espalda a la cámara. | PX

Estábamos en el mes de junio, nerviosos por el fin de curso y deseosos de vivir las vacaciones.

El colegio había terminado hacia unas semanas y nos sentíamos muy felices.

Mi padre nos dijo que este año no tocaba ir al pueblo con los abuelos ni al chalé de los tíos en la playa de siempre, no teníamos ni idea de por qué, creímos que era simplemente por el calor tan enorme que estaba haciendo, pero lo cierto es que en ese mes tendrían que cumplir con su deber como ciudadanos al celebrase por primera vez en esas fechas elecciones en plena ola de calor.

En la calle se decía que España se jugaba mucho, por eso mis padres estaban a la expectativa, después ya veríamos donde iríamos a pasar las tan deseadas vacaciones, para todos.

Ni a mí, ni a mis hermanos, nos interesaba para nada toda esa historia, solo pensábamos que nos iríamos a otro lugar y sin libros, pues los tres como siempre, habíamos cumplido con nuestro deber, que era aprobar, y además con buenas notas.

Aquella noche de las elecciones mis padres se quedaron hasta muy tarde viendo en la televisión los resultados, y nosotros nos acostamos.

Al día siguiente bajamos todos como siempre que no teníamos colegio para desayunar en la cocina.

Mi madre estaba muy pensativa y la tata que nos cuidaba desde siempre no levantaba la cabeza de los platos.

Se notaba que algo pasaba y no parecía nada bueno.

Yo como la mayor no pregunté nada y a mis hermanos les hice una señal para que no se les ocurriese abrir la boca, miramos a nuestra querida tata y nos hizo el mismo gesto para hacernos notar que era más sano callarnos.

No sabemos que pasó en los días siguientes, pero mis padres se pasaban las noches hablando en su dormitorio y no tranquilamente.

Pasaron días y la tensión crecía hasta que un día mi padre tomó la decisión más increíble.

Nos dijo que tendríamos las vacaciones más soñadas por los tres, iríamos todos quince días a Disneyland París, y el resto del mes al campamento más deseado por todos con toda clase de los mejores entretenimientos deportivos, que era lo que más nos gustaba.

Lo cierto es que se embarcaron al máximo, y nosotros experimentamos la mayor felicidad y fueron las mejores vacaciones de nuestras vidas.

A mediados de septiembre la tensión en casa se notaba, mis padres trabajaban como siempre y nos dijeron una palabra que se ha hecho viral en nuestras vidas.

Nos tenemos que apretar el cinturón, todos, espero que lo entendáis.

Y podemos decir, que nuestros padres ya no tienen más agujeros en el cinturón seguir apretándolo.

Dicen, que muchas familias ante la perspectiva del futuro que nos esperaba pusieron toda la carne en el asador, como dice el dicho, para pasar las vacaciones a tope, como así hicieron muchos y ahora empiezan a pagarlo, con sudor y sacrificio, todo por esa familia que han creado con mucho amor y ante el temor de no poder pagar, más vacaciones, quien sabe hasta cuando…

Todo porque la familia, que es el núcleo más importante de la sociedad.

Puede que sea nuestro último verano de vacaciones de ensueño, pero lo bueno es que jamás lo podremos olvidar.

Nos hicieron ese regalo pensando que en unos cuantos años, no se podrían repetir, pues no era demasiado esperanzador el futuro que nos esperaba.

Ahora, nuestros padres están empezando a pagar los créditos que firmaron, por hacernos soñar libremente, por si acaso, las pesadillas nos pudieran invadir más adelante, sin necesidad de estar dormidos.

Es la sensación de haber vivido nuestro último verano, tal como lo teníamos instalado en nuestras vidas desde muchos años atrás, hasta ahora.

Nosotros nos lo hemos buscado.

Ahora pagaremos nuestra desidia por no estar informados, ni querer estarlo.

1 Comment

  1. Que no!! que si estamos informados y el que no esté es porque no quiere o porque esta muy cansado de tanta falsedad.
    Hemos pasado por muchas etapas malas y malísima pero siempre habían profesionales de la política que trabajaban para salir adelante, ahora no hay profesionales son empleados que hacen cualquier burrada para no perder su puesto.
    Ahora de pena oir a algunos o mejor a alguna para lograr entender lo que dicen, no sabes si reirte, llorar o mejor dejar de pieles.
    En fin, que no quiero sofocar me por lo que hay en el ambiente. Me quedo con la satisfacción que los míos trabajan honradamente y que hemos decidido no nombrar a ninguno de estos artistas que tenemos en en E. Español

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