El misterio de la Santísima Trinidad hace tiempo que lo asumí como tal y me llevaré a la tumba ese desafío entregado. Y si sigo en este caminar de oscuridades, también moriré ignorando por qué nuestros políticos tienen tantos asesores, qué hacen con ellos, cuándo se ven, de qué hablan o si tienen bastante con el sueldo que recibe, supongo que con sus correspondientes pagas extraordinarias.
Hay curiosidades que mejor no adentrarse en ellas, aunque sus malabarismos pueden sernos útiles a la hora de jugar al escondite. Seis millones de euros dicen que gasta al año en asesores la ministra que aspira a vivir en el Palacio de San Telmo. Dispendio parecido manejan sus colegas. Y el Presidente, que Dios guarde, el que más asesores necesita y menos atina en elegirlos porque cada día que pasa más lo desorientan.
Cientos de asesores, o más, entre todos… O los asesores coinciden en el asesoramiento, y entonces la equivocación es comunitaria; o discrepan, y entonces se precisan otros asesores para hacer coincidir a los discrepantes.
Que no. Que no me entero. Y lo siento por mi abuela, que siempre me creyó inteligente.
Pedro Villarejo