FUENTES INFORMADAS

Ana Obregón, Laporta y el emérito

El rey Juan Carlos en una de sus regatas en el Bribón.

Frikis, ‘bribones’ y tramposos llevan su espectáculo a las pistas de este enorme circo nacional al que la mayoría de los mortales acudimos como una distracción para olvidarnos de la dura realidad

JOSÉ JUAN
En este país, al menos en la mayor parte de él, no ha caído una gota desde hace una eternidad y las consecuencias son catastróficas para el campo, la ganadería y, por supuesto, por razones directas e indirectas para nosotros, porque sin agua no hay producción y eso supone subida de precios; y sin agua hay pueblos que ya están en desabastecimiento y pendientes de los camiones cisterna.

Es así de crudo, para qué engañarnos, pero lo sorprendente es que mientras eso sucede nosotros estamos a otra cosa, o a muchas, y nos dedicamos a regar polémicas de todo tipo para que crezcan personajes de la política o del corazón que han convertido sus vidas en un circo (sin duda con nuestra inestimable ayuda en tertulias y programas de radio y televisión), pero con gran mérito personal.

No lo vamos a negar, nos gusta darle vidilla al escarnio y a la mentira, al debate grotesco y al esperpento, y lo hacemos porque podemos, que para eso tenemos lo más granado entre frikis, payasos y sinvengüenzas entre los altos cargos de instituciones y en colaboradores de programas que siguen -y eso duele- millones de personas.

Tal vez sea que buscamos el espectáculo para olvidarnos de la dolorosa realidad que nos rodea con una cesta de la compra imposible para los mortales, el euríbor que no ha parado de subir (ya está camino del 4%), los combustibles a precio de ‘niño pijo’ en Ibiza, y el empleo -digan lo que digan- precario y poco fiable como para que un joven pueda independizarse y poder pagar un alquiler (!de comprar ni hablamos…¡).

La edad de la madre abuela

Puede ser que al intentar dejar atrás todo eso se busque la distracción bajo una enorme carpa de varias pistas en la que se suceden artistas con sus mejores trucos y habilidades. Y para hábil y traviesa, qué me dicen de la Obregón. Directamente desde Miami llega la madre-abuela que ha tenido un retoño gracias a la gestación subrogada con el esperma de su hijo Álex, fallecido de cáncer.

Y entre el público se lía la de Dios porque en España no es legal tener hijos ‘contratando’ un vientre de alquiler. Para algunos partidos, es una forma de maltrato a la mujer; y, para la mayoría, no es razonable que una mujer que roza los 70 años tenga la responsabilidad de un bebé.

Ana Obregón presentó a su nieta e hija de Aless Lequio, Ana Sandra. Hace solo una semana, el nombre de Ana Obregón ocupaba tertulias, telediarios y hasta centraba el debate político por convertirse en madre a través de la gestación subrogada, según la portada la revista ¡Hola!. Fuente: ¡Hola!/Europa Press

En lo de la edad estoy de acuerdo, pero hay quien me replica que si no es peor que un niño nazca en una familia con unos padres jóvenes que lo hacen infeliz y un desgraciado toda la vida… Desde luego, la pasta que está sacando la bióloga con exclusivas sobre el caso y la venta del libro que empezó su hijo y ella ha terminado de escribir, asegura una buena vida para esta niña durante los años que esté con su madre-abuela y los que le queden por vivir.

¡Vamos, le aseguro que mucho mejor que yo en seis o siete décadas una arriba o abajo!

Y Laporta…

En la pista de la derecha, llegado directamente desde las tierras del más allá, es decir desde Catalonia, se presenta después de dos meses disparando al aire balas de fogueo y echando balones fuera, el presidente del Barça Joan Laporta, y lo hace para no aclarar nada sobre ese asuntillo feo que tiene que ver con el pago al vicepresidente del comité técnico de los árbitros españoles.

Ha decidido salir a la pista del circo con la cara pintarrajeada y blandiendo la espada, mismamente como Mel Gibson en ‘Braveheart’, solo que más feo y menos tiposo y sobre todo con menos principios y valores. Ahora usa munición real para disparar al presidente de la Liga, Javier Tebas, al Real Madrid y a todo lo que se mueva que hable del tal Negreiro.

¡Es una conspiración del equipo del Régimen y de la España judeo-masonica! ¡Es ‘mes’ que un ataque al club que es ‘mes’ que un club!, viene a decir con la cara más colorá que un tomate y lo ojos ensangrentados.

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta. | Fuente: Xavi Bonilla / AFP7 / Europa Press

A Laporta se lo llevan los demonios, pero no por la afrenta y el desprestigio al club y al fútbol del ‘caso Negreira’. No, su cabreo es porque han pillado al Barça con el carrito del helado y todo lo que él ha hecho desde que saltó el escándalo ha sido para empeorarlo. De su número en este circo no ha salido bien parado, no ha gustado ni convencido, y el público lo despide con murmullo de desaprobación y abucheos.

Porque sigue sin dar respuesta a la gran pregunta: ¿para qué pagó más de siete millones y medio de euros durante casi 18 años al vicepresidente de los árbitros españoles? La dirección del circo le ha sugerido que se prepare el papel de Pinocho para el futuro. Ahí sí que se mueve con desparpajo.

Los garbeos del emérito por España

Y por fin, en la pista de alfombras y rodeado de oropeles, pisa ya el rey emérito, que se presenta ante el público tras viajar desde Abu Dabi con escala en Londres. Al monarca emérito al parecer le empieza a gustar eso de darse un garbeo de vez en cuando por la España de la que se exilió medio queriendo medio sin querer, para cumplir con los ineludibles compromisos de una personalidad de su condición: nevegar en el Bribón por las aguas de Sanxenxo y, de manera poco más que testimonial, participar en una regata porque el hombre no está para mucho trajín.

Personalmente me importa un carajo que el emérito entre o salga, aunque los garbeos de don Juan Carlos no son baratos: viaje con un amplio séquito en un superjet que cuesta 9.000 euros la hora de vuelo. Ni un marajá indio o un jeque árabe.

Entre lo que llevaba aprendido de rey y el roce con los señores de los emiratos se le han debido pegar las buenas-malas costumbres de vivir como un sultán de los buenos.

Siempre nos hacemos la misma pregunta: ¿quién paga el cuarto de millón de euros de este viaje? Pues no se sabe y si me aprieta más, querido lector, tampoco sé porque no se viene a su casa de Madrid, aunque sea en habitaciones separadas de doña Sofía, y deja de montar estos ‘pifostios’ que además de caros no gustan nada al Rey Felipe VI ni ayudan a limpiar la imagen del bribón.

La cuestión es sencilla: don Juan Carlos tiene en su haber el valor de los servicios prestados a este país como para esforzarse en buscar el perdón de la sociedad española por sus irregularidades fiscales y la fortuna oculta. Podrían mejorar mucho las cosas si se mantiene en un plano discreto en el que no de quebraderos de cabeza a su hijo Felipe VI ni a la monarquía, pero, si quiere seguir de verso suelto, mal asunto.

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