Hoy: 17 de noviembre de 2024
En el reconocimiento se añade un eslabón más al que solamente conoce. Eso me ocurre con tres personas excelentes que llevaron o llevan el nombre de Amancio como galardón y ejemplaridad.
Amancio Amaro, extraordinario jugador de fútbol, que hace tan sólo dos años nos dejó. Primeramente en su pueblo, con su gente, luego en su amado Club de La Coruña y más tarde en el Real Madrid, ondeó su tarjeta de visita de hombre bueno y noble. Le llamaban El Brujo por cómo se evadía en los regates hasta alcanzar la meta. Descanse en paz.
Amancio Prada, como buen leonés, guarda secretos bajo la inmensa calidad de su voz. Escucharlo suscita siempre un escalofrío que el alma agradece. Estoy seguro que San Juan de la Cruz y él entonan a dúo su Cántico Espiritual cuando nadie en las madrugadas los escucha. Yo le agradeceré siempre su presencia y su música en la presentación de algunos de mis libros.
Y Amancio Ortega, a quien uno se imagina detrás del mostrador midiendo con las varas la anchura de sus telas. Pocos en España más ricos que él. Ninguno más generoso. Cien millones ahora por los sufridos en la Dana. Dios le bendiga, don Amancio.