Hoy: 22 de noviembre de 2024
El pasado 7 de agosto, el progresista Gustavo Petro tomó posesión como flamante presidente de Colombia. Al acto de inauguración de su mandato asistió el rey Felipe VI, que se convirtió en protagonista por un gesto que ha trascendido al panorama nacional. Durante una parte de la ceremonia, dos guardias uniformados mostraron a los presentes la espada de Simón Bolívar, fundador de la ya extinta Gran Colombia. El monarca no se levantó durante la exhibición del arma, aunque sí lo hizo a la clausura del acto.
El gesto no ha pasado inadvertido a los principales partidos políticos, que han adoptado un patrón de comportamiento común en función del partido y la ideología que abanderan. Desde el Gobierno se han esforzado por restar importancia y tratar de disipar la polémica. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, apuntó que se trataba de “detalles sin importancia” y “totalmente menores”. Asimismo, el titular de Cultura, Miquel Iceta, ha tildado la controversia de “veraniega” y ha criticado que solo sirva para que “algunos marquen alguna posición política”.
Se refería, en efecto, a Podemos. El portavoz de los morados en el Congreso, Pablo Echenique, acusó a Moncloa de desviar la pelota e insinuó que el “desplante” de Felipe VI era una decisión premeditada y “refrendada por el Ministro de Exteriores”, José Manuel Albares, lo que él mismo define como “una falta de respeto”. Por otro lado, la secretaria general de Unidas Podemos, Ione Belarra, ha calificado lo ocurrido de “inexplicable” y ha instado a la Corona que pida disculpas.
Al otro lado del espectro, la derecha ha cerrado filas en torno al monarca. Ciudadanos defiende que “Felipe VI vuelve a hacer lo correcto en su defensa de España” y ha revindicado la lucha “contra los enemigos” del país.
El senador del PP, Rafael Hernando, ha sido una de las voces más críticas. En su cuenta de Twitter, ha recordado la condición de “exterrorista” de Gustavo Petro, a quien además ha acusado de organizar “una chirigota con la espada de un esclavista”, “no contemplada en el protocolo oficial”. Otros, como Andrea Levy, del Ayuntamiento de Madrid, han manifestado su apoyo de forma más lacónica. “Yo, con Felipe VI”, rezaba su tweet.
Simón Bolívar fue uno de los principales artífices de la independencia de las colonias de América Latina durante el siglo XIX. Fundador de la Gran Colombia, se convirtió en un símbolo nacional cuando el país cafetero alcanzó su emancipación definitiva y pasó a denominarse República de Colombia.
Sin embargo, sus proezas no son solo veneradas al otro lado del charco. La hazaña de Bolívar también encontró su sitio en el imaginario colectivo español. En 1970, durante los últimos coletazos de la dictadura, Franco decidió erigir una estatua ecuestre del libertador en Madrid. Once años después, en 1981, se levantaría otra en Sevilla.
En 1983, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), comenzó a entregar el Premio Internacional Simón Bolívar como reconocimiento a la creación intelectual o artística o realización social. Sin ir más lejos, el propio rey emérito Juan Carlos I fue condecorado con este galardón ese mismo año.
La de Bolívar forma parte de una larga lista de polémicas basadas en personajes históricos que nació con Cristóbal Colón. El debate sobre si las acciones del almirante genovés sirvieron para glorificar la patria o, en su defecto, cometer un genocidio masivo, aún continúa sin ofrecer una respuesta clara y, por el contrario, suscita cada vez más dudas y preguntas.
El ejemplo del libertador de Colombia se ha empleado en multitud de ocasiones con fines similares. Los sectores de izquierda suelen utilizarlo para ilustrar sus políticas sobre derechos sociales; el independentismo, para ejemplificar la lucha por la soberanía, y la derecha, para reivindicar el pasado dorado de España, cuando las batallas vencidas por Bolívar permitieron desmembrar paulatinamente el absolutismo de Fernando VII.
Sin embargo, los conservadores también dejan ver que no es oro todo lo que reluce. En sus campañas para liberar el territorio colombiano, Bolívar segó la vida de miles de personas que, aunque establecidos en Latinoamérica, contaban con la nacionalidad española.
Los estudiosos ponen ventajas e inconvenientes en una balanza que, hasta la fecha, solo se decanta por uno u otro lado en función de la situación en el espectro político del partido que se pronuncie sobre la cuestión.