Hoy: 23 de noviembre de 2024
El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de La Haya ha descrito los actos de Israel en Gaza desde el 7 de octubre como posible genocidio, ha dictado medidas provisionales, pero ha rechazado, como pedía la demanda de Sudáfrica contra Israel, ordenar el fin de la ofensiva militar de Israel.
La resolución es extraordinaria por el panorama que expone ante el mundo: la devastación, crisis humanitaria y muertes masivas de mujeres y niños como resultado de la ofensiva israelí tras el ataque de Hamás del 7 de octubre en territorio israelí, que dejó alrededor de 1.200 civiles y militares muertos. Pero las medidas dejan en manos del presunto genocida -Israel- la prevención del genocidio.
Las medidas provisionales, según ha declarado Ricard Falk, el último de los relatores de las Naciones Unidas que pudo visitar los territorios ocupados, puede “ahora conducir a una guerra de tira y afloja sobre lo que se cumple y lo que se incumple”.
Pero Benjamin Netanyahu ha conseguido uno de sus objetivos fundamentales cuando declaró el pasado13 de enero que “ni La Haya nos detendrá en Gaza”, a saber, el Tribunal no ha ordenar paralizar la carnicería humana y material que llevan adelante las Fuerzas Armadas de Israel (FDI) al menos desde el 7 de octubre de 2023 de manera abierta.
Precisamente, la exposición que realizó el gobierno de Israel el 12 de enero de 2024 en La Haya se basó en un argumento: el ejército israelí realiza odas sus acciones militares con asesoramiento legal permanente.
Según dijeron, cada acción importante es consultada por los jefes militares con abogados expertos en legislación militar internacional.
Por tanto, existe un plan deliberado en el que se asume que la devastación y muertes de población civil son “daños colaterales” habida cuenta de que, según han explicado, Hamás es una organización “empotrada” en la población , en hospitales, domicilios particulares, mezquitas y centros de la ONU en Gaza.
La primera es que “que adopte medidas para no matar a palestinos”; la segunda, que “adopte medidas para que las acciones militares no incurran en actos de genocidio”; que se “prevenga y castigue la incitación directa y pública al genocidio de los palestinos”; “tomar medidas para impedir la destrucción de pruebas que puedan utilizarse para probar el delito de genocidio”; “tomar medidas para el acceso a las necesidades humanitarias de la población de Gaza”; y, por último, “presentar un informe en el plazo de un mes al Tribunal desde que se ha dictado la orden”.
Es decir; a aquellos a quienes se atribuye actos que “posiblemente” sean de genocidio (esta es la fase preliminar del pleito en La Haya) se les da la oportunidad de contenerse o autoenmendar su conducta presuntamente genocida.
Fuentes jurídicas señalan que quizá la razón que llevó al TIJ a ignorar la principal petición provisional de Sudáfrica, frenar la guerra inmediatamente para impedir que se consume el genocidio, obedezca a la presunta búsqueda de “equilibrio” o “fallo salomónico”.
Es decir: como Hamás dispara cohetes sobre territorio israelí, y Hamás no es parte del procedimiento, el Tribunal ha evitado una orden que exigiese solo a Israel paralizar la acción militar de inmediato.
Mientras el tribunal dictaba su orden, los ataques israelíes han provocado un gran número de muertos ayer en Gaza (70 en la ciudad de Jan Younis.
Treinta días -plazo dado a Israel para cumplir las medidas de La Haya– suponen más de 1.000 muertos, la mitad mujeres y niños.
Las medidas del Tribunal podrían haber funcionado inmediatamente después del 7 de octubre como medida de prevención.
Y es precisamente lo que el Tribunal tuvo la oportunidad de lograr. No tuvo el valor de hacerlo.
La descripción del apocalíptico estado de la situación en Palestina -que no incluye la ofensiva militar israelí y los colonos armados religiosos en Cisjordania y Jerusalén Este contra los palestinos- revela a su modo hasta qué punto Estados Unidos y la Unión Europea han llevado el respaldo a Israel. Ahora cantarán loas -sobre todo la UE- al Tribunal por lo que ha descrito.
Pero es que los magistrados debían estar abocados a detener el Holocausto palestino y no a solicitar a Israel que lo modere y evite continuar con sus atrocidades.