¿Qué hacer si el sexo del bebé no es el deseado? Paola Roig da la respuesta en su libro ‘La crianza imperfecta’

17 de septiembre de 2023
3 minutos de lectura
Familia pintando el vientre embarazada de la madre en la sala de estar de casa. Embarazo

Explorando las emociones y opciones cuando las expectativas no se cumplen

Es frecuente que cuando vamos a tener más de un bebé te hagan el comentario, ‘qué bien, así ya tienes la parejita’, cuando igual lo que te hubiera gustado es tener solo uno chico, solo una chica, o dos chicas, por poner un ejemplo, y por las razones que sean.

Es lícito sentirlo, aunque siempre vaya por delante el sentimiento de que lo importante es que todo vaya bien. No obstante, es un tema que la psicóloga perinatal, Paola Roig, no ha querido dejar de lado en su libro ‘La crianza imperfecta‘ (Bruguera). Considera que es una situación totalmente normal y frecuente en nuestra sociedad actual.

«Es muy frecuente que una madre o que un padre lo sienta y no por ello es peor madre o peor padre. Y además hay mucho tabú al respecto, porque hay algo de que ‘si está sano y todo va bien qué más me da el sexo’ pero internamente sí que te está importando», reconoce la también psicoterapeuta.

La escritora también expresa que es frecuente que de manera habitual se genere un sentimiento de culpa en los progenitores. Por ejemplo, al querer un determinado sexo para el hijo y no tenerlo, y en cierta manera, por sentir esto se cree que es por la madre o el padre. «Pero una cosa es lo que podamos pensar racionalmente, que ‘el niño esté sano’, ‘qué más nos da un niño o niña porque no somos sexistas’, pero luego emocionalmente hay otras cosas», agrega.

Navegando las aguas del deseo y la realidad familiar

Además, Roig advierte de que ese malestar puede ir en aumento especialmente cuando se sabe que va a ser el último bebé. La psicóloga Pone el ejemplo de una chica que parte de una experiencia muy buena con su hermana, de forma que al tener ahora a un niño se genera en ella cierto duelo de forma inconsciente porque duda de si la relación entre sus hijos será como la que esa mujer ha tenido, o tiene, con su hermana.

También destaca el ejemplo de una mujer que tuvo una muy mala relación con su madre, que pretendía paliar con tener una niña y esta niña no llega. «Son cosas que a menudo son inconscientes y algunas las sabemos, pero se están moviendo y nos generan cierto duelo cuando el sexo del bebé no es el que queríamos», subraya esta psicóloga perinatal

Quizá, según prosigue, nos habíamos imaginado teniendo siempre a un niño o a una niña que no llegan o no han llegado, algo en lo que, según insiste, produce mucha culpa y cierta tristeza. «Cuando la fantasía que nos habíamos hecho no se cumple, cuando la imagen que teníamos de familia es diferente de la realidad, hay una pérdida. Una pérdida de un ideal, de un futuro imaginado que no sucederá y que está íntimamente relacionado con nuestra identidad, nuestra cultura y nuestro pasado», agrega.

Cómo aceptarlo

Con ello, Paola Roig mantiene que para superar este tipo de situaciones, lo primero que debemos hacer es darnos tiempo: «Solemos querer arreglar las cosas muy rápido, cuando hay que dar espacio a la noticia, ir haciéndose a la idea, y la mayor parte de madres o padres dicen que consiguen hacer las paces con estos sentimientos de cierta culpabilidad por no lograr el sexo del bebé que se quería».

A su juicio, hay que legitimar y nombrar lo que está sucediendo, para poder procesar y elaborar las emociones que acompañan, pero además, mantiene que con los propios recursos se puede, pero si nos damos el tiempo necesario. «Si somos madres queremos todo por este bebé desde el principio pero el embarazo son 9 meses, tiene un proceso, nos debemos vincular, no todo es tan rápido y ni se consigue desde el minuto uno del embarazo», añade.

Después, la autora de ‘La crianza imperfecta‘, sostiene que es importante entender también que las narrativas que nos hacemos no son reales y son historias que hemos hecho durante nuestra vida, basadas en conclusiones subjetivas que hemos sacado sobre las niñas, los niños, o los hermanos, por ejemplo, y en contextos muy diferentes.

«Las tres ideas principales: es que no eres mala madre o padre por sentirte así; que la culpa la podemos ir dejando de lado y podemos hacer lugar a nuestras vivencias y al malestar que genera; y que a veces, al malestar o duelo hay que atravesarlo para hacer lugar a este bebé que sí es», concluye.

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