Sentirse con mucho cansancio de forma puntual es normal. Lo preocupante es cuando el agotamiento se instala en la rutina diaria y no desaparece ni siquiera después de dormir o descansar. En esos casos, conviene mirar más allá del simple “duermo mal”. Como señalan especialistas en medicina del sueño, la fatiga persistente suele tener una causa concreta, y encontrarla es el primer paso para recuperar energía y bienestar.
Uno de los primeros aspectos que conviene revisar es el patrón de sueño. Dormir pocas horas afecta, pero también lo hace dormir mal. La doctora Shannon Sullivan, especialista en medicina del sueño de la Stanford University, explica que muchas personas creen que descansan lo suficiente cuando en realidad su sueño es irregular o poco reparador.
Mantener horarios cambiantes, acostarse tarde de forma habitual o usar el móvil antes de dormir altera el ritmo biológico. El consumo de cafeína por la tarde o alcohol por la noche también reduce la calidad del descanso, aunque no siempre impida dormirse. Incluso cenar demasiado tarde puede influir negativamente.
Además, existen trastornos del sueño muy frecuentes. El insomnio afecta a millones de personas y provoca sensación de cansancio, dificultad para concentrarse e irritabilidad. La apnea del sueño, en la que la respiración se interrumpe durante la noche, genera somnolencia diurna intensa, aunque la persona no siempre sea consciente. Otro ejemplo es el síndrome de piernas inquietas, que dificulta conciliar el sueño por una necesidad constante de moverlas, según el Diario de Chihuahua.
Cuando el cansancio persiste, consultar con un especialista en sueño puede marcar la diferencia, ya que no todo se soluciona durmiendo más horas.
Si el descanso parece adecuado, el siguiente paso es valorar otras posibles causas físicas o psicológicas. La doctora Kara Dupuy-McCauley, de la Mayo Clinic, recuerda que la fatiga puede estar relacionada con múltiples factores.
Los desequilibrios hormonales, como el hipotiroidismo, son una causa frecuente y fácil de detectar mediante análisis. También lo son las deficiencias de hierro, vitamina D o vitamina B12, especialmente en personas con dietas restrictivas o con menstruaciones abundantes.
El cansancio persistente también aparece en enfermedades crónicas como la diabetes, la depresión, algunos trastornos digestivos o la covid prolongada. En otros casos, el origen está en los medicamentos, ya que muchos fármacos producen somnolencia como efecto secundario.
Todo esto puede resultar abrumador, pero hay un mensaje clave: sentirse agotado todo el tiempo no es algo que deba normalizarse. Identificar la causa suele ser posible y, en muchos casos, el tratamiento mejora notablemente la calidad de vida. Escuchar al cuerpo y pedir ayuda profesional es una decisión inteligente, no una debilidad.