Hoy: 22 de noviembre de 2024
China ha apostado de nuevo este martes por desplegar ampliamente a la Polícia para frenar nuevas protestas contra la política ‘Covid Zero’, las duras restricciones impuestas por el Gobierno que tienen la intención de contener la propagación de la COVID-19.
La respuesta del Estado se enmarca en el desafío que la sociedad civil ha planteado al presidente chino, Xi Jinping, mediante las protestas de este pasado fin de semana en la China Continental en al menos 10 ciudades del país como Pekín, Wuhan o Shanghái. Las manifestaciones se han basado en criticar el plan que Xi estableció desde el principio de la pandemia por su escasa efectividad: este lunes se batió el récord de contagios con 40.347 casos detectados y este martes se han registrado 38.400 nuevos casos este martes.
El fracaso del modelo chino se ha fundamentado en apostar por las medidas de distanciamiento social como un fin en sí mismo, sin incidir en la prevención e impulsar la vacunación. Esta se ubica en tasas muy bajas y problemáticas en el actual estadio de la pandemia, máxime con la propagación de la de la variante ómicron, que ha convertido en hegemónica.
Según ha informado Europa Press, las fuerzas de seguridad han detenido a transeúntes y revisado sus teléfonos en busca de contenidos sospechosos o programas informáticos que puedan utilizarse para eludir la censura en Internet, conforme ha reportado la agencia DPA. Una política de control de los flujos de la información y de represión policial.
En Pekín, la Policía se ha concentrado en el paseo de Río Liangma, cerca del barrio diplomático. Mientras tanto, en el centro financiero de Shanghái, los agentes han instalado barreras para impedir que se reúnan grandes multitudes.
El estallido social que se ha producido en la China continental en los últimos días, poco frecuente en el país, se desencadenaron tras un incendio que se produjo en un edificio residencial en la capital de Sinkiang (noreste del país), Urumqi, en el que fallecieron diez personas, tras las acusaciones de que las restricciones por la COVID dificultaron las labores de rescate.
El descontento se ha extendido más allá de las medidas sanitarias y los chinos están empezando a deslegitimar al recientemente alzado como líder del Partido Comunista de China (PCCh). “No a la dictadura, queremos democracia. No necesitamos un dictador, queremos derecho a votar“, fue una de las proclamas que se escucharon durante el fin de semana en referencia a Xi. 10 años después de que llegara al poder, ya hay quien le critica públicamente: “Abajo Xi Jinping, abajo el Partido Comunista“.
Asimismo, los manifestantes han llegado a cuestionar la economía socialista de mercado que impulsó Deng Xiaoping, líder supremo de China entre 1978 y 1989, que ha consolidado el modelo de crecimiento de China. Han reclamado que se protejan las libertades individuales, violadas actualmente con los severos confinamientos y la censura impuesta por el régimen.