En qué estará echando el pollastrón Pedro Sánchez los descomunales impuestos con que tiene machacados y expoliados, un suplicio, a los autónomos y a las Pymes, y al ciudadano en general. Y a la clase media, incluso a los pobres en los que mendazmente se parapeta para perpetrar sus fechorías fiscales.
Nunca antes tan altos y tan extendidos han estado los impuestos en España. De la mano traidora de un estrafalario mandatario cuya moral, si es que alguna vez convivió con algo de ella, está despeñada.
Después del proyectil que Sánchez ha metido a los impuestos, al alza, otra de sus mentiras recurrentes es que los haya bajado y que la presión fiscal sea inferior a la media europea. Pero es solo un embuste más.
España es uno de los países de la OCDE donde más ha aumentado la presión fiscal en los últimos años (5,5 puntos entre 2010 y 2025), doblando la media de crecimiento de la OCDE.
Mientras, los ingresos tributarios pasaron de aproximadamente 208.700 millones en 2018 a más de 294.700 millones en 2024, un 41,3% más. Es la época de Sánchez.
Y la deuda pública, lejos de aminorarse y cambiar de rumbo, se sitúa ahora en torno a 1,7 billones (un 120% del PIB). Con Rajoy alcanzó 1,2 billones; y fue del 7% con el ultra Francisco Franco en 1974.
Ha bajado un pelín la deuda, pero esa reducción es sobre el vertiginoso incremento de impuestos implantado por el Gobierno/Sánchez, de 1,2 billones con Rajoy a 1,7 ahora.
¿Dónde, pues, va el dinero, Pedro? Máxime cuando los hospitales y centros de salud, colapsados; la gasolina se mantienen en precios poco conocidos; el importe de la cesta de la compra, de vértigo; muchísimos enfermos dependientes que mueren antes de recibir las ayudas, la luz, por las nubes, escasez de personal sanitario, de profesores…
Que sí la Tasa Tobin (transacciones financieras), que si la Tasa Google (impuestos digitales), que si incrementos de IRPF, que si aumentos en carburantes, donde el Gobierno se queda con casi el 90% del precio de un litro de gasolina, como ocurre con el tabaco, que cuesta el doble que hace solo unos años. Un Sánchez que paradójicamente vende tabaco a los fumadores y luego los fríe, o alcohol.
Y pretende, de momento no se ha atrevido (si sigue atrincherado más tiempo, es probable que lo haga) poner peajes en la red pública de autovías; y captar rédito del mecanismo que utilizan muchos jóvenes para transferirse eurillos, el Bizum.
Quiere controlar y sacar renta de todo. También va a controlar los pequeños ingresos que hacen las familias en sus cuentas bancarias para la luz y demás gastos domésticos.
El fiscoSánchez tiene ansías de dinero, pero ¿para qué? si nisiquiera se destina esta muy mayor recaudación a reducir la deuda de las administraciones públicas. España debe más que nunca. Pese al 41 por ciento de aumento de la tributación.
Y cuando le preguntan a la ministra Montero por la tenaza en alza de los impuestos, suele soltar un ni fu ni fa adobado de falacias y trolas.
Una más de las cienes que profiere Sánchez sin que le de vergüenza mirarse en su profusa hemeroteca de vídeos del embustes. Es un Adán.
Su atrincheramiento al poder, no por España, fundamentalmente por cagalera carcelaria, amplifica el recelo ciudadano hacia la política.
También con los impuestos. La oposición sí cree tener claro qué hace con ese dinero: «Paguitas y más paguitas, lo que Sánchez traduce en su mente por votos y más votos», señala un experto fiscal. Le importa todo un bledo.
Y no convoca elecciones porque, según dice, significaría privar al pueblo de la democracia con la llegada de un tándem PP/VOX. Es decir, que él perdería las elecciones. Por eso no convoca. Este hombre agarró la presidencia con una moción de censura traidora.
Tenía que ser presidente sí o sí. Amañando urnas de sus primarias y dándoles cheques en blanco a bilduetarras y secesionistas, sin encomendarse a nadie.
Al PSOE de Ábalos, Koldo, Montero, Cerdán, de Paco Salazar, del ínclito Zapatero (¡quién iba a decir que también estaba enfangado en lo más bajo el inextricable y muy dañino ex presi de rictus cóncavo y ceja triangular¡); de la catedrática Begoña y, por sólida inferencia, de su número 1, se la refanflinfan los altísimos impuestos. Ellos van de putas y Falcón. Y son de moral indefinida.
Todo sea por conseguir como sea más votantes cautivos. No se corta un pelo. Antes de que convoque elecciones nacionalizará a todos los que ha traído con la zanahoria de las paguitas, al tiempo. No repara en nada.
No deja el sillón, no porque quiera el bien de España, a la que tiene masacrada de chorizos e impuestos, sino porque teme ir a la cárcel en cuanto deje el poder.
Si lo deja (aunque hay un clamor nunca antes visto contra un presidente para que lo haga), Sánchez no podría autoamnistiarse, ni a su Begoña Gómez, ni a su hermano David; ni podría tirar del BOE para construir cualquier ley ad hoc, a medida, creada ad hóminen. No se cortaría un pelo en crearse una ley ad hóminen, y dormiría a pata suelta.
No se va porque antes quiere desprenderse del infierno de mugre en que él solo se ha metido y ha metido a España.
Será raro, pues, que anticipe elecciones. No podría dormir Sánchez habiendo dejado al país en manos de la derecha y la ultraderecha. Pero resulta que el país anhela ser dejado por él.
No le da vergüenza de que su nombre, el de su mujer, su hermano, de parte de su Gobierno, y el de España, esté en boca de todos los presidente del planeta, corrupción.
Hace mucho que se le acabó lo del fango, fango, bulo… Él es el número 1 de la mayor trama de corrupción que devasta a España desde la transición.
Los partidos deberían tener controles mentales antes de permitir que un tipo de esta calaña, sin escrúpulos, mitómano y dicen que de personalidad rara, haya llegado a la presidencia de la cuarta potencia europea. Pero ahí sigue…