La campaña navideña de este año llega envuelta en un contexto económico que muchos hogares ya notan en su día a día. Los precios han subido en prácticamente todas las categorías de consumo, desde los dulces tradicionales hasta el marisco, pasando por las carnes, los regalos y la energía. El resultado es claro: estamos ante la Navidad más cara de la historia, con un gasto medio estimado en torno a los 1.300 euros por persona. Una cifra que, aunque varía según los hábitos de cada familia, refleja una tendencia general: celebrar estas fiestas costará significativamente más que en años anteriores.
La subida de precios se nota especialmente en el carrito de la compra navideña. Los dulces tradicionales, turrones, mazapanes, polvorones, bombones, son este año notablemente más caros. El incremento en el coste de ingredientes clave como el cacao, los frutos secos, el azúcar o la energía para procesarlos ha llevado a las fábricas a encarecer sus productos. Además, algunas marcas han reducido la cantidad por envase manteniendo el precio, una práctica que se ha vuelto cada vez más habitual.
Pero los dulces no son los únicos afectados. El pescado y el marisco, dos pilares de las cenas festivas, también han experimentado grandes subidas. Esto ha provocado que cada vez más familias opten por comprar con semanas de antelación y congelar, convirtiéndose en una “tradición moderna” para ahorrar unos euros sin renunciar a los menús de siempre. Las carnes selectas tampoco se libran, con aumentos considerables en productos como el cordero o la pularda, muy demandados en estas fechas.
Todo ello ha provocado que la famosa “cesta navideña” se dispare como no se había visto antes. Incluso quienes buscan alternativas más económicas encuentran dificultades, ya que el encarecimiento afecta de forma generalizada.

Más allá de la comida, otros factores contribuyen a que esta sea la Navidad más cara que se recuerda. Los regalos, sobre todo tecnología, juguetes y moda, llegan con subidas impulsadas por los costes de producción y transporte. La demanda, tradicionalmente alta en estas fechas, también presiona los precios.
A esto se suma el gasto energético: calefacción, iluminación y desplazamientos se vuelven más caros en pleno invierno. Las familias que viajan para reunirse con seres queridos notarán especialmente el aumento en carburantes y billetes de transporte.
El ocio navideño, desde comidas en restaurantes hasta espectáculos y actividades infantiles, también refleja el incremento general de costes. Así, celebrar fuera de casa supone un desembolso mayor que en años anteriores.