A las puertas del Black Friday y el Cyber Monday, un estudio de Dynata y Unobravo revela un fenómeno creciente en España: la compra como vía de escape emocional. Según los datos, el 79% de los jóvenes recurre al consumo para aliviar el estrés, un hábito que se intensifica durante noviembre, convertido ya en un mes marcado por promociones constantes y estímulos comerciales.
Los expertos advierten de que este entorno de ofertas omnipresentes no solo genera entusiasmo, sino también una presión creciente. Francisco Rivera, manager clínico de Unobravo España, explica que en estas semanas previas a las fiestas el consumo “se convierte en un termómetro emocional”. Aunque comprar puede aportar una sensación momentánea de bienestar, matiza, su efecto es fugaz y a menudo responde a impulsos relacionados con la ansiedad o la saturación.
El informe indica que casi seis de cada diez españoles se sienten abrumados por la avalancha de descuentos. Esta sensación es especialmente intensa entre los jóvenes de 25 a 34 años, de los cuales dos tercios reconocen sufrir presión “a menudo o a veces”. La necesidad de comprar para no quedarse fuera —el conocido FOMO— es especialmente visible en el grupo de 20 a 24 años.
Las emociones que despierta el Black Friday están lejos de ser unánimes. Un 21% de los españoles experimenta euforia, mientras que otro 20% siente indiferencia y un porcentaje similar reconoce presión por comprar. Los más jóvenes tienden a mostrar mayor entusiasmo, mientras que los mayores de 45 años se mantienen más distantes del frenesí promocional.
El estudio también concluye que el consumo emocional supera con frecuencia al racional. El 57% de los encuestados compra para darse un capricho o aliviar el estrés, y un tercio reconoce haber adquirido productos para evitar emociones difíciles como la tristeza o la ansiedad. En este contexto, el acto de comprar funciona como un mecanismo de compensación rápida, aunque poco duradera.
La impulsividad completa el cuadro: un 58% admite haber comprado algo solo porque estaba rebajado y cuatro de cada diez lamentan alguna adquisición justo después de hacerla. Pese a ello, ocho de cada diez españoles aseguran que comprar les hace sentir más “en control” de su vida, una percepción especialmente extendida entre trabajadores y estudiantes.