La violencia no da tregua en Culiacán, la capital y ciudad más grande del estado de Sinaloa (México). Esta vez, un grupo armado atacó e incendió una vivienda en el fraccionamiento Colinas de San Miguel, al sur de la ciudad. El inmueble, ubicado en la calle Cerro de La Campana, quedó completamente destruido. Las llamas se extendieron con rapidez y causaron graves daños estructurales.
Las autoridades llegaron tras recibir el reporte, pero ya era demasiado tarde. Los agresores habían huido y no pudieron ser detenidos. Este incendio se suma a los 142 ataques registrados en Sinaloa desde septiembre de 2024, según la Fiscalía General del Estado. En muchos casos, los agresores utilizan vehículos para derribar portones e ingresar a las casas, disparan y luego prenden fuego.
La mayoría de las viviendas atacadas estaban desocupadas, aunque algunos incidentes han cobrado vidas. Hasta ahora, se contabilizan 53 unidades con impactos de bala o quemadas. La violencia ha dejado a familias en alerta constante y ha generado un clima de miedo en la comunidad, según el Excelsior.
El aumento de la violencia en Sinaloa comenzó tras la captura de Ismael ‘El Mayo’ Zambada en Estados Unidos, en un operativo relacionado con Joaquín Guzmán López, hijo de ‘El Chapo’. Desde entonces, la disputa entre la facción de ‘El Mayo’ y ‘Los Chapitos’ ha dejado decenas de víctimas y pérdidas materiales.
En las últimas horas, se reportaron 11 asesinatos y 4 heridos en la capital. Entre ellos, cuatro personas murieron durante un ataque a una fiesta “Retro” en la colonia Lázaro Cárdenas, mientras bailaban y celebraban. Otros homicidios ocurrieron cerca de oficinas de Conagua y la Novena Zona Militar. Incluso se encontraron cuerpos con signos de tortura abandonados en un puente en la salida sur de la ciudad.
Las fuerzas federales y estatales continúan realizando operativos para frenar esta ola de violencia. Recientemente, la Marina descubrió un centro de adiestramiento y un campo de tiro de la facción de ‘Los Chapitos’, así como armas improvisadas y miles de casquillos.
Mientras tanto, la población de Culiacán sigue viviendo con miedo. Las viviendas quemadas, los ataques armados y los homicidios recientes muestran que la violencia no da tregua en Sinaloa, dejando cicatrices profundas en la ciudad y en quienes intentan llevar una vida normal.