El escritor y traductor italiano Marino Magliani, una de las voces más singulares de la narrativa europea contemporánea, fue distinguido con el Premio Centenario, el máximo galardón que otorga el municipio de Villa Carlos Paz (Argentina) a escritores, científicos y personalidades destacadas que contribuyen a fortalecer la identidad carlospacense y su proyección internacional.
La entrega se realizó en una ceremonia oficial en el Palacio Municipal 16 de Julio, encabezada por el alcalde Esteban Avilés, quien también hizo entrega de los Premios Jorge Furt, reconocimiento que distingue a los valores emergentes de la cultura local.
El acto, emotivo y de gran participación, formó parte de la 2ª Feria Internacional del Libro de Villa Carlos Paz, celebrada entre el 31 de octubre y el 3 de noviembre de 2025, un evento que ha comenzado a consolidarse como una de las citas literarias más relevantes del interior argentino. Este año, la feria se propuso reforzar su carácter iberoamericano, integrando a autores de distintas procedencias bajo un lema tácito: la palabra como territorio común.
Magliani, nacido en la región costera de Liguria, es autor de una amplia obra narrativa que incluye títulos como Il collezionista di tempo, La spiaggia dei cani romantici y Soggiorno a Zeewijk. Su literatura ha sido definida como una geografía de la memoria: paisajes interiores que dialogan con los del Mediterráneo y con los que ha ido descubriendo a lo largo de su vida errante entre Italia, Holanda, España y América Latina.
En Carlos Paz, presentó su más reciente trabajo, Carlos Paz y otras mitologías privadas, traducido al español y publicado por Corprens Editora, sello dirigido por el escritor y periodista Pedro Solans, quien acompañó al autor junto al director de Cultura de la alcaidía, Fernando Barrera.
La presentación se convirtió en una de las actividades más concurridas de la feria. Con tono sereno y humor mediterráneo, Magliani habló de su método de escritura, de los personajes que surgen como destellos de su vida y de la importancia de los lugares como materia sensible del relato.
“Yo soy un novelista de paisajes —dijo— y no puedo no llevarme el paisaje de Carlos Paz. Pero más que eso, me llevo la humanidad de esta ciudad. Es muy importante encontrar una gran humanidad. Me voy con una idea buena y romántica de este lugar y de su gente.”
El reconocimiento de Villa Carlos Paz no fue casual. En los últimos años, la obra de Magliani ha tendido un puente literario entre Europa y América del Sur. Sus traducciones de autores argentinos como Haroldo Conti, Juan José Saer, Rodolfo Walsh y su última traducción fue El Pantanillo de Ernesto Sábato de Pedro Jorge Solans introdujeron en Italia un modo de narrar en el que la realidad se vuelve territorio de revelación y crítica. En ese cruce de lenguas y geografías, el escritor italiano ha encontrado una resonancia vital.
Durante la ceremonia en el Palacio 16 de Julio, el alcalde Esteban Avilés subrayó que el Premio Centenario “reconoce no solo una obra literaria de alto nivel, sino también la sensibilidad de quienes contribuyen a proyectar la identidad de Carlos Paz en el mundo, desde la palabra, la ciencia o el arte”.
En el mismo sentido, el director de Cultura, Fernando Barrera, destacó que la presencia de Magliani “abre una ventana al diálogo cultural entre Liguria y el Valle de Punilla, entre las costas del Mediterráneo y las sierras de Córdoba”.
Magliani recordó que su vínculo con los argentinos se remonta a su juventud, cuando convivió con un grupo de carlospacenses en Lloret del Mar, en la costa catalana, a mediados de los años setenta. Aquella experiencia, que marcaría su percepción de la amistad y la nostalgia, reapareció décadas después en varias de sus novelas.
“En aquellos años entendí que los paisajes también son las personas que los habitan —contó—. En cada ciudad donde uno se detiene, el paisaje es una conversación, una voz, un gesto. Carlos Paz me regala eso: humanidad y memoria.”
El escritor compartió además fragmentos de su nueva obra, donde entrelaza la mitología local —los ríos, las montañas, los oficios del verano— con reflexiones sobre el paso del tiempo, la migración y el eco persistente de los recuerdos. Su escritura, límpida y contenida, se sostiene en una poética de la observación: mirar el mundo como si fuera siempre la primera vez.
La Feria Internacional del Libro de Villa Carlos Paz, organizada por el municipio y la Comisión por la Identidad Carlospacense, reunió a autores de Argentina, Paraguay, Italia y España, y dedicó buena parte de su programación al debate sobre la cultura como base de la comunidad.
Entre las actividades destacadas figuraron mesas sobre literatura y paisaje, presentaciones de editoriales independientes y la lectura de manifiestos ciudadanos, como los del libro La ciudad que se sabe del intendente Avilés, centrado en los valores que definen la vida carlospacense.
En ese contexto, la distinción a Magliani se leyó como un gesto de apertura y reconocimiento: la confirmación de que la identidad no se defiende, se comparte. Su presencia, afable y curiosa, dejó una huella entre los escritores locales y el público, que lo despidió con un aplauso largo y cálido.
“Traducir, escribir, viajar —dijo al final de su charla— son modos distintos de decir lo mismo: que el mundo se entiende mejor cuando lo habitamos con palabras.”
Con este homenaje, la ciudad de Villa Carlos Paz reafirma su voluntad de ser un faro cultural en el centro de la Argentina, capaz de convocar a autores de distintas latitudes y de tender puentes entre lo local y lo universal.
Marino Magliani, el novelista de los paisajes, se llevó consigo algo más que un premio: una mitología viva hecha de ríos, montañas y afectos